12 de diciembre de 2010

TEXTOS PARA EL ADVIENTO III

Del comentario al Evangelio según san Lucas, de san Ambrosio, obispo

«Juan representa la ley, la cual anunciaba a Cristo. Pero esta ley, retenida cautiva en los corazones sin fe, no podía dar plenamente testimonio del plan de Dios sin el suplemento de la autoridad evangélica. Juan, pues, envía sus discípulos a Cristo, para que tenga un conocimiento mayor, ya que Cristo es la plenitud de la ley.

»El Señor sabe que nadie puede tener fe plena sin el Evangelio. En efecto, si bien la fe comienza ya en el AT, no queda ultimada sino con el NT. Jesús responde a la pregunta sobre su persona manifestándose no con una palabra cualquiera sino con hechos: "Id a anunciar a Juan —dice Jesús— lo que habéis visto y habéis sentido decir: Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los desvalidos reciben el anuncio gozoso del evangelio".

»Pero, sin embargo, todos estos ejemplos que el Señor como testimonio todavía no son suficientes: la plenitud de la fe es la cruz del Señor, su muerte, su sepultura. Y todavía añade: "Y feliz aquel que se queda defraudado conmigo"».

De los sermones de san Agustín, obispo

«Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna.

»Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón.

»Pero veamos como suceden las cosas en la misma edificación de nuestro corazón. Cuando pienso lo que voy a decir, ya está la palabra presente en mi corazón; pero, si quiero hablarte, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que ya está en el mío.

»Al intentar que llegue hasta ti y se aposente en tu interior la palabra que hay ya en el mío, echo mano de la voz y, mediante ella, te hablo: el sonido de la voz hace llegar a ti el entendimiento de la palabra; y una vez que el sonido de la voz ha llevado hasta ti el concepto, el sonido desaparece, pero la palabra que el sonido condujo hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber abandonado el mío.

»El sonido de la voz se dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dijera: "Esta alegría mía está colmada". Retengamos la palabra, no perdamos la palabra concebida en la médula del alma».