5 de diciembre de 2010

LECTIO DIVINA

SALMO 24 (23)

1. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todo sus habitantes:
2. él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

3.¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

4 .El hombre de manos inocentes,
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
5. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

6. Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

7. ¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la Gloria.

8. ¿Quién es ese Rey de la Gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

9. ¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la Gloria.

10. ¿Quién es ese Rey de la Gloria?
El Señor, Dios de los Ejércitos:
Él es el Rey de la Gloria.

Salmo sobre la glorificación y resurrección del Señor, que tuvo lugar el primer día de la semana que se denomina "día del Señor" o domingo. (San Agustín)

Estructura del salmo

Es una pieza litúrgica con dos grupos de personas: un grupo se acerca en procesión a las puertas del templo, y otro grupo les abre y les recibe. Esta liturgia ofrece una meditación sobre la grandeza de Dios, y la exigencia moral para entrar en su templo, para afirmarnos en nuestra fe. Puede considerarse como una buena exposición pedagógica acerca de nuestra relación con Dios.

Hay otros textos del Antiguo Testamento que ayudan a la explicación.

2Sam 6, 13-15. El Señor avanza para entrar, mediante el Arca signo de la presencia de Dios.

Ex 40, 21. 34. Nos habla de la entrada del Señor.

O también, Ez 43,4 describiendo la vuelta del destierro.

En sentido histórico vendría a ser un himno o composición que conmemora litúrgicamente el acontecimiento de 2Sam 6. Se puede considerar un canto de victoria. O una metáfora de una teofanía litúrgica. Pertenece a alguna fiesta litúrgica, como la renovación de la alianza en la fiesta de las chozas, o la entronización de Yahvé en el año nuevo. Vinculado a la escatología como canto de esperanza en la futura restauración.

El salmo puede tener varias lecturas en diversas situaciones.

Tiene una composición armoniosa:

v. 1-2. Género solemne, propio de los salmos reales. Ensalza a Yahvé, creador del universo y de los hombres. Dimensión cósmica. Universal, sin distinción de pueblos.
v. 3-6. Relación culto-conducta moral. (cfr. Sal 15) Línea profética (Am 5,1-5; Jer 7,20-28).
v. 7-10. Diálogo sobre el Señor que entra en el santuario, quizás al trasladar el Arca (2Sam 6).

Lee

Haz una primera lectura despacio, no como quien lee los titulares de los diarios para pasar luego a otra cosa. No leas el salmo con la prisa con que vives la vida diaria. Una primera lectura del salmo, con la actitud de quien entra en una buena exposición de pintura, o con la de quien va recorriendo y se va adentrando en el paisaje de un valle de alta montaña... Se va con pausa, dejando que la belleza envuelva; admira, contempla y deja que el entorno te conmueva. Con los salmos también. El salmo es un diario con noticias siempre de actualidad, pues pone ante nosotros la perenne actualidad de los interrogantes de la vida humana. Es un paisaje paradisíaco para abrirnos a la belleza; pues por entre sus versos se pueden escuchar los pasos del Señor que se hacen luz para los nuestros.

Haz una lectura en el marco de la creación, de la naturaleza, pensando en aquella palabra del Señor: «He aquí que vengo y hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5).

Medita

Una gran procesión llega al templo, y a las puertas pregunta las condiciones para entrar. Viene la respuesta con dos condiciones positivas y dos negativas.

Un canto por la victoria de Cristo sobre la muerte, por la reconciliación de los hombres con Dios, vueltos de nuevo a la amistad y a la gloria de Dios, incorporados al cortejo de Cristo vencedor de la muerte. Una meditación como una lectura con la clave de la Resurrección de Cristo y la tuya propia que te despertará una profunda confianza. Y una alegría interior.

v. 1-2. Dios domina la tierra y sus habitantes. Dios habita en ella y le gusta pasear como puede hacer un agricultor por sus fincas. (recordar Gen 3,8) Creada por Dios la tierra tiene un carácter religioso. Presentir y gozar del rumor cercano de las fuentes de la vida… que estamos estropeando con nuestros atentados al medio ambiente.

Puedes llevar a tu meditación que Cristo ha venido a recuperar toda esa belleza para ti, para todos los hombres. Cristo con su nueva creación convoca, por medio de la Iglesia, al nuevo paraíso. Dios construye su paraíso sobre la inestabilidad de las aguas, sobre la fragilidad de la Iglesia, pero también sobre la Roca de su Palabra.

v.3-6. La ascensión al monte está cargada de simbolismo. En la montaña está Dios. Y para acercarse se necesitan unas condiciones. Así Dios dice a Moisés: «Descálzate porque el lugar que pisas es sagrado» (Ex 3,5). Dios es fuego. Dice Isaías: «Quien de nosotros podrá soportar una hoguera perpetua; quien de nosotros podrá soportar un fuego devorador» (Is 33,14). Quizás sólo los místicos entienden este lenguaje, cuando nos dicen que nosotros somos un «leño que debemos acercarnos al fuego para convertirnos también en fuego». (San Juan de la Cruz)

Nos habla del grupo que llega a las puertas del templo pidiendo entrar. Inocencia. Pureza de manos como sede de las cosas externas. Pureza de corazón, como sede de los pensamientos y deseos internos. Hay que orientar todo nuestro ser hacia Dios. No ídolos. Reprimir lo instintivo que nos lleva la vanidad, al vacío…

Recibir la bendición de Dios es ser reconocido por Dios. Recreado, ser nueva criatura…

La característica de nuestra condición humana: buscar a Dios. Se dice del monje que es el que busca a Dios. Pero en los antiguos catecismos de preguntas y respuestas se decía muy acertadamente: «el hombre ha sido creado para conocer y amar a Dios en esta vida y gozarle en la otra», lo que viene a coincidir con el camino del monje. Y es que todo corazón humano esta hecho para lo más grande, para el Absoluto. Incluso los que niegan a Dios tienen esta sed en su corazón.

Paul Claudel dice: «la generación se ha puesto en el camino de búsqueda de Dios».

Todas las generaciones han hecho, hacen o harán este camino de búsqueda. De una manera o de otra. Con más o menos conciencia de ello. Pero no podemos buscar a Dios sin un cambio de vida. Es una de las tareas más bellas de la vida cristiana: ser buscador de Dios. Es lo único que puede llenar la vida. Así lo han entendido y lo han expresado los místicos: «Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor no se cura sino con la presencia y la figura» (Santa Teresa de Jesús).

No todos llegan a vivir la alegría de la presencia divina en esta vida. Sólo los que viven la pureza de corazón de acuerdo a las condiciones que nos pone este salmo, que viene a coincidir con las enseñanzas de Cristo como nos sugiere San Cirilo de Alejandría: «¿Qué debe hacer aquel que desea subir al "monte espiritual"? El Espíritu Santo responde y el salmista anuncia de alguna manera el sermón de Cristo sobre la montaña».

v. 7-10. Los últimos versos te invitan a contemplar el triunfo de Cristo, su glorificación, su entrada a la gloria.

El texto de Filp 2,1-11 puede ayudarte en la meditación y contemplación de esta gloria del Señor.

Cristo es cabeza de la humanidad nueva. Por eso afirma Eusebio: «El Hijo de Dios entra con todos los suyos; los ángeles salen al encuentro y le ovacionan». Y también San Ambrosio: «Las puertas eternas se abren: no es un hombre el que entra, sino el mundo entero en la persona del Redentor de todos». Y San Gregorio Nacianzeno: «Puesto que Él sube al cielo sube también tú con Él, uniéndote a los ángeles que le acompañan y le reciben. Manda a las puertas que se abran con solemnidad para recibir a Aquel que su Pasión ha glorificado y engrandecido».

El profeta Isaías nos cuenta las circunstancias de esta subida del Señor: «Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Yo iré delante de ti, allanándote los cerros; haré trizas las puertas de bronce, arrancaré los cerrojos de hierro, te daré los tesoros ocultos, los caudales escondidos» (45,1-3).

Ora

Recita los versos 7-10, con el deseo de que Cristo entre en tu corazón, en tu vida…

Contempla

La victoria de la Cruz. Contemplar la Cruz pero buscar centrar esta cruz en la vida nueva de la Resurrección. También puede ser interesante un prolongado paseo por el campo, mirando y acompañado por el "rumor" del salmo puede ser un buen tiempo contemplativo. Dejad que resuene en tu corazón que quiere amar: Aleluya. Canta a Dios.