26 de diciembre de 2010

LA CARTA DEL ABAD

Queridos Juan y Carmen,

Estamos estos días celebrando esta fiesta entrañable de Navidad, quizás hoy ya no tan entrañable si recordamos tiempos pasados, con un ambiente familiar más definido. Estos días agobiantes de compras, gastos especiales….

Yo quiero compartir con vosotros estas dos lecturas que me han impresionado.

La primera es del libro «Ángeles de Wucro», sobre una misión de los Padres Blancos en Etiopía, que después de más de medio año de su lectura, me sigue impresionando cuando la recuerdo. La periodista Mayte, visita, con el misionero Olaram, Padre Blanco, una familia de la misión. «Dos niñas estaban al cuidado de un infiernillo de carbón sobre el que hervía un pequeño puchero. La madre estaba fuera intentando encontrar algo de "iñera", (una especie de torta de cereal, que viene a ser el pan básico de este país) Una de ellas levantaba la tapa de vez en cuando; la otra abanicaba el fuego con un trozo de cartón doblado. Llevábamos largo rato en casa y pensé que lo que hubiera dentro del puchero estaría de sobra cocido. Hasta que en una de las ocasiones que levantaron la tapa, me asomé y descubrí que el contenido era únicamente agua. Esto, dice Mayte, me hizo recordar otra historia: la de una mujer que por las noches ponía piedras en una cazuela con agua para engañar a sus hijos hasta que cayesen dormidos, agotados por la espera y el sueño, con la esperanza de conseguir al día siguiente algo que darles de comer».

La segunda, un artículo del Diari de Tarragona (13.12.2010): «Nos acercamos a la Navidad, esa fecha en que la fiebre consumista nos invade y en la que los comercios abren todos los domingos, para facilitarnos las compras y para que renunciemos a ese fin de semana, prácticamente el único, consagrado al descanso y a la familia… Prometo no comprar, no correr, no hacer recados ni regalos. A menos que sea imprescindible. Al fin y al cabo, también yo, aunque sea anticuado, soy, como decía al principio, una víctima de esta modernidad».

Y a la vez me llega el eco de la Palabra de Dios de la fiesta de la Sagrada Familia, en un clima de futuro, muy duro para la familia: «Tened los sentimientos que corresponden a elegidos de Dios: misericordia entrañable, bondad, comprensión, sobrellevaos mutuamente, perdonaos cuando uno tenga quejas contra otro. Y por encima de todo el amor que es el ceñidor de la unidad».

No sé que decir más. Todo esto me deja perplejo, silencioso. Un silencio del que solo me nace una palabra: ¿en invierno puede haber Navidad?

Juan y Carmen, os deseo que no os falte en ningún momento la paz de Cristo.

+ P. Abad