28 de diciembre de 2009

DOMINGO II DE NAVIDAD (C)

LA BELLEZA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA HOMILÍA
Eclo 24,1-4.12-16; Salm 147,12-15.19-20; Ef 1,3-6.15-18; Jn 1,1-18

Reflexión: La Palabra

La Palabra estaba en Dios, la Palabra era Dios… Dios hizo todas las cosas por medio de la Palabra. Toda la creación. Y de toda la creación solamente la criatura humana tiene el don de la palabra. Mediante la palabra podemos comunicarnos con otras criaturas, comunicar nuestro ser más profundo, y ser receptivos a la palabra de otro. También mediante la palabra llegamos a vivir una experiencia de Dios. Se dice que cuando leo la Escritura Él me habla, y cuando oro yo hablo a Dios. Siempre el vehículo más adecuado viene a ser la palabra. Tenemos un testimonio bello de la Comunidad contemplativa de Bose: Tú no tienes regla; tu regla será el Evangelio. Jesús será para ti un modelo inagotable. Vivió la filiación divina con plenitud y la fraternidad hasta el extremo, hasta el fin. Para penetrarte del espíritu del Evangelio, para vivir de él en tu vida espiritual tratarás de "escucharle, meditarle, asimilarle", hasta que forme cuerpo y unidad contigo. En la "oración", durante las horas de trabajo, debes continuar la "meditación" del mismo y repetir en voz baja, con amor y atención, la Palabra de Dios.

La Biblia es el libro que hay que escuchar, el que hay que trabajar; es la fuente donde hay que beber para alimentarse en las dificultades del camino; "es el espejo puesto ante los ojos de nuestra mente para ver nuestro rostro interior" (San Gregorio Magno). Es una experiencia que permite captar los criterios de Dios para orientar la vida; es el auténtico pedagogo de la existencia de cada creyente.

La Palabra de Dios la actualizamos en el encuentro fecundo y constante de la Biblia y la historia. La Palabra de Dios necesita ser leída a la luz de la vida, de la historia.

La Palabra

La sabiduría hace su propio elogio, se gloria en medio de su pueblo… No hay peligro de vanagloria en este caso. Es ella misma, y así es reconocida y admirada con toda verdad. En su belleza, bondad, justicia… se la reconoce y se la admira y valora.

El Creador estableció mi morada… En medio de los hombres. En el seno de la creación se perciben los rasgos de la misma. O están en condiciones de ser reconocida, puesto que no todos llegaron a ello. Aunque sus raíces se extienden ampliamente son muchos los que no son conscientes de esas ramificaciones de vida que alcanzan a toda criatura.

En Él nos eligió antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables, en su presencia, por amor. Dios merece nuestras bendiciones que ha obrado así con sus criaturas. Un proyecto amoroso pensando solo en nosotros, dándonos a su Hijo para que pudiéramos conocer el camino.

Que Dios os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, que lumine los ojos del corazón. Es todo el sentido de nuestra existencia: conocerlo. Pero en esto siempre tiene Él la iniciativa.

En la Palabra había vida y la vida era la luz de los hombres... Pues acudamos a esta fuente de vida. Esta vida será luz. La luz que ilumine los ojos del corazón

A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo, que está en el seno del Padre, lo ha dado a conocer. Hay que buscar al Hijo, conocerlo, amarlo… y Él nos irá llevando al Padre. "Quien me ha visto a mi ha visto al Padre". Nuestra búsqueda es, pues, la búsqueda del Cristo.

Sabiduría sobre la Palabra

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios. En esto no penetra el espíritu animal. ¿Qué decisión tomar? ¿la del silencio? Explicarlo como es en realidad supera toda capacidad. Ni el mismo Juan lo dijo como es, sino como pudo decirlo. Es un hombre el que habla de Dios. Dios le inspiraba, es verdad, pero no dejaba de ser hombre. Porque recibió la inspiración un hombre no dijo todo lo que el misterio es, sino lo que puede decir un hombre. Juan fue un monte de aquellos de los que está escrito: reciban los montes la paz para su pueblo, y los collados la justicia. Los montes son las almas fuertes; los collados las débiles. Los montes reciben la paz, para que la justicia llegue a los collados. ¿Qué justicia es ésta? La fe el justo vive por la fe… (San Agustín, Sobre el evangelio de Juan, 1,1)

Nace Cristo Dios, hecho hombre mediante la incorporación de una carne dotada de alma inteligente; el mismo que había otorgado a las cosas proceder de la nada. Mientras tanto brilla en lo alto la estrella del Oriente y conduce a los magos al lugar en que yace la Palabra encarnada; con lo que muestra que hay en la Ley y en los Profetas una palabra místicamente superior, que dirige a las gentes a la suprema luz del conocimiento. Así, pues, la palabra de la Ley y de los Profetas, entendida alegóricamente, conduce, como una estrella, al pleno conocimiento de Dios a aquellos que fueron llamados por la fuerza de la gracia, de acuerdo con su designio. (San Máximo el Confesor, Capítulos de las cinco centurias)

25 de diciembre de 2009

Día 25 de diciembre: NATIVIDAD DEL SEÑOR

Misa del día
Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet
Is 52,7-10; Salm 97,1-6; Hebr 1,1-6; Jn 1,1-18

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Anuncio asombroso. Dios está de nuestra parte. Le caemos divinamente. Está encantado de ser vecino nuestro. (de una felicitación navideña)

La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios…Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros… ¡Qué cosa más sagrada! ¡Qué abismo de luz, Dios mío! ¡con qué santo temor deberíamos hablar! (Joan Maragall)

Esta noche, en la noche de la humanidad, en este día de Navidad, en el silencio le ha dicho Dios al hombre su Palabra definitiva. Su Palabra que contemplamos en la carne ilusionada de un niño recién nacido. El hombre sabe que su largo caminar tiene una meta. Peregrino de tantos siglos de historia, de luces y de sombras, supo que había llegado a su meta.

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente por medio de los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo…

El hombre es siempre un niño caminando hacia Dios. Dios es la meta del hombre. Dios ha llegado a nuestro tiempo y a nuestra casa; Dios ha llegado a nuestro esfuerzo y a nuestra ilusión; Dios ha llegado a nuestra vida y a nuestro amor; Dios es más nuestro que nosotros mismos. Dios es este Niño. Esta Palabra, revestida de la debilidad de nuestra naturaleza, por la cual se crearon todas las cosas, y por la cual estamos llamados a ser un hombre nuevo, una nueva creación.

En la palabra está todo el misterio y toda la luz del mundo. De la Palabra eterna ha brotado toda la belleza y bondad de la creación; de la Palabra eterna ha brotado y brota toda la palabra humana. Todo el misterio y toda la luz del mundo se manifiestan, se revelan a través de la frágil palabra humana, la única capaz de manifestar y revelar la belleza y la bondad de la Palabra y del Misterio divinos. Por esto nos exhorta el poeta Maragall a hablar como encantados, iluminados, entusiasmados. Porque no hay palabra, nacida en una luz inspirada, que no refleje algo de la luz infinita que creó el mundo.

En la Palabra están las fuentes de la luz y de la santidad para el hombre, por eso el salmista toma esta Palabra como lámpara para sus pasos, como luz para su sendero (Sal 118,105).

Muchos siglos tuvieron que pasar hasta que la Palabra creadora naciendo desde el silencio de la eternidad, se manifestase como palabra frágil revestida de nuestra naturaleza, pero como luz y fuego para el corazón de la humanidad. Entonces:

¿Cómo podemos hablar tan fríamente y con tanta abundancia?, nos dirá, no precisamente la Sagrada Escritura sino el poeta profundamente sensible al valor simbólico, y comunicativo de la palabra. Así que, en consecuencia, nos escuchamos unos a otros con mucha indiferencia; el hábito de hablar en exceso enturbia el sentimiento de la santidad de la palabra, y nosotros mismos nos hacemos una vida vulgar y superficial que impide desarrollar y madurar toda nuestra rica vida interior. En consecuencia planea sobre nuestras vidas, sobre la vida de la humanidad la duda de la presencia viva de Dios en nuestra vida, cuando no sobre la misma existencia de ese Dios. Unos dudan, otros ni afirman ni niegan, otros prescinden o niegan…

Quizás la Navidad puede y debe ser hoy la invitación a un silencio profundo, para dejar que lleguen hasta nosotros los interrogantes de nuestra humanidad, de una humanidad cada vez más desorientada con lo que se llama la ausencia de Dios: Pregúntese si realmente ha perdido a Dios. ¿No es más bien que todavía no le ha poseído nunca? ¿Cree usted que quien realmente le tiene podría perderle como una piedrecilla?... ¿Por qué no piensa usted que Él es el que viene, el que surge desde la eternidad, el futuro, el fruto final de un árbol cuyas hojas somos nosotros? ¿Qué le impide a usted proyectar su nacimiento hacia los tiempos venideros y vivir su vida como un día doloroso y hermoso en la historia de una gran preñez?

Pero nosotros monjes, o cristianos, que nos creemos seguros de esta posesión de Dios, ¿vivimos en este mundo, en esta comunidad… la palabra de Isaías?: Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva… Y los vigías cantan a coro porque ven cara a cara al Señor…

¿Anunciamos nosotros la paz, anunciamos y vivimos la obra del amor y de la paz? No sea que El, la Palabra encarnada, venga a nuestra casa, y nosotros no la recibamos.

Día 25 de diciembre: NATIVIDAD DEL SEÑOR

Misa de la noche
Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet
Is 9,2-7; Salm 95,1-3.11-13; Tit 2,11-14; Lc 2,1-14

En la noche de los tiempos, es decir cuando el tiempo dormía todavía en los sueños de la eternidad, Dios pensó en un gran proyecto: crear al hombre; crearlo a su imagen y semejanza.

El proyecto primero de Dios, era hacerlo con un corazón grande, naturalmente como el Suyo; con puertas y ventanas abiertas, como están las Suyas, evidentemente. Pues Dios es comunicación y abertura total y permanente. Evidentemente, para vivir un amor apasionado de fuego, de luz, de amor a tres bandas.

Pero los vientos desencadenados aquí abajo, y los recios vientos del Espíritu soplando desde arriba, golpearon con el tiempo puertas y ventanas del corazón del hombre, y pronto la casa empezó a resentirse, abriéndose graves hendiduras. El hombre, la humanidad, experimentará un sufrimiento agudo y desconcertado. Dios quiso poner remedio a tan lamentable situación: El mismo Dios preparó el viaje para bajar hasta el corazón del hombre; y allí en el corazón de la humanidad comenzó a ajustar las puertas y ventanas de aquel corazón humano. Una preparación que se prolongo durante siglos de los nuestros.

En esta nueva creación, Dios cambia la disposición de las puertas y ventanas de la casa: las ajusta para abrir y cerrar, para cerrar y abrir. Todo empieza a ser distinto. El hombre se siente con un nuevo corazón. Y con la alegría de sentirse dueño de la llave. Puede abrir y cerrar, cerrar y abrir.

Pero en la casa del hombre seguía habiendo y sigue habiendo sufrimiento. La opresión, el yugo de los esclavos, la bota que aplasta sin misericordia, la sangre que sigue regando la tierra, cada día más escasa del agua que sacia la sed.

El hombre tiene que aprender bien el dinamismo de su corazón: cuándo cerrar, cuándo abrir. Aquí está la llave de la alegría y la llave del sufrimiento.

Pero mirad: hoy en la Palabra de Dios se nos recuerda que tenemos un niño nacido que es maravilla de Consejero, Padre perpetuo, príncipe de la paz, para sostener y consolidar su obra.

Este Consejero está cerca de ti, en tu corazón y lo puedes poner en tus labios. Pero necesitas saber escuchar, tener el oído atento al rumor de su enseñanza que nos habla al corazón. Hay que aprender el dinamismo del corazón. Saber cuando cerrar y saber cuando abrir. Aprender el dinamismo del corazón, el dinamismo de la verdadera sabiduría de la vida.

El papa Benedicto XVI nos sugiere la escuela donde podemos aprender esta destreza: El Nacimiento es una escuela de vida donde podemos aprender el secreto de la verdadera alegría, que no consiste en tener tantas cosas sino en sentirse amados por Dios, en darse a los demás y en quererse. La verdadera alegría —explicó Benedicto XVI—, consiste en sentir que nuestra existencia personal y comunitaria se llena de un misterio más grande, el misterio del amor de Dios. Para alegrarnos necesitamos (...) amor y verdad. Necesitamos a un Dios cercano que caliente nuestros corazones y responda a nuestras expectativas más profundas. (Benedicto XVI, Bendición del Nacimiento)

Él es quien puede configurar, crear en ti, un corazón nuevo, para que puedas cantar un cántico nuevo, para que puedas proclamar la gloria y la bondad del Señor tu Dios que es bueno y te ama.

Pero esta Palabra te dice que un corazón nuevo es fruto de una vida HONRADA, SOBRIA Y RELIGIOSA que pone su esperanza en la aparición gloriosa del Señor.

Además escuchamos esta recomendación en unos tiempos de grave crisis económica de nuestra sociedad, donde se ha dicho que necesariamente esta crisis debería llevarnos a una vida más sobria, después de una época de salvaje e incontrolado consumismo. Donde se ha dicho que fundamentalmente esta crisis tiene sus fuentes en la falta de unos valores, una falta de confianza en la vida y las relaciones humanas.

Ha aparecido la gracia de Dios para enseñarnos una vida SOBRIA, HONRADA Y RELIGIOSA, mientras esperamos la aparición gloriosa de nuestro Salvador: Jesucristo.

¿Hemos aprendido, o estamos aprendiendo y practicando una vida más sobria, más honrada (ser en verdad lo que tengo que ser) más religiosa, queriendo vivir más cercanos a la angustia y desesperanza de tantos hermanos nuestros? ¿Sentimos esa aparición gloriosa de Jesucristo?

¿Puedo pasar al evangelio? Es decir: Quiero deciros que como está vuestra capacidad de escucha, como está de receptivo vuestro corazón al Señor. Y también a tu hermano. ¿Eres capaz de decir: "nosotros", con cualquier miembro de tu comunidad? Pero como una afirmación que te nace desde el corazón. Quiero decir que sin tener en cuenta todo lo anterior, lo que viene ahora no puede ser una Buena Noticia para ti. Difícilmente puedes penetrar en el Misterio de Nacimiento, contemplar las figuras del Belén. Que no puedes dar gloria y alabanza al Dios como te invitan los ángeles de Belén. Y que tampoco puedes arraigar en la paz que anhela tu corazón en sus relaciones humanas.

En este caso no podemos pasar al evangelio. No estás para mucha Navidad. Pero la celebración de este Misterio te puede ayudar a prepararla, y llegar a celebrarla más tarde. Ya que también dicen que Navidad es todo el año. En cuyo caso, demos gracias a Dios.

22 de diciembre de 2009

DOMINGO I DE NAVIDAD / LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ (Ciclo C)

LA BELLEZA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA HOMILÍA
Eclo 3,2-6.12-14; Salm 127,1-5; Col 3,12-21; Lc 2,41-52

Reflexión: La familia

En los años 60 el Concilio Vaticano II resaltaba en la Gaudium et Spes algunos problemas urgentes del mundo. El primero sobre el que reflexionaba era la familia: Ataques a la dignidad de matrimonio y familia, poligamia, amor libre, divorcio, hedonismo… La situación económica, sociopsicológica y civil como origen de fuertes perturbaciones en la familia, que suscita la angustia en las conciencias…(GS 47)

En los 80, con motivo del Sínodo de Obispos sobre la Familia, Juan Pablo II escribe la Familiaris Consortio, que empieza así: La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido, quizás como ninguna otra institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas. Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles a los valores que constituyen el fundamento de la institución familiar. Otras, se sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido, e incluso en estado de duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida conyugal y familiar. Otras, en fin, a causa de diferentes situaciones de injusticia se ven impedidas para realizar sus derechos fundamentales.

El reciente Sínodo de los obispos africanos de este otoño ultimo resume así sus intervenciones sobre la familia: Muchos Padres Sinodales lamentan el destino de la familia en África (...) y consideran la institución bajo seria amenaza de inestabilidad y disolución a causa de la pobreza, los conflictos, las creencias y prácticas tradicionales (brujería) y las enfermedades, principalmente la malaria y el VIH SIDA (...)Pero los Padres Sinodales describen también de varias formas el feroz ataque a la familia y la afín institución fundamental del matrimonio, venido desde fuera de África y atribuible a diversas fuentes.

El panorama, pues, a medida que avanzan los años no parece crecer para dar esperanza. Es más, se habla de nuevos modelos de familia. Se desprecia y se ataca lo que todavía tenemos, y se aboga por nuevos modelos. Da la impresión que es un terreno más de los muchos que pisa el hombre en esta sociedad en donde el hombre, o la humanidad, o quien sea, se mueven a tientas. Yo creo que aquí se juega gran parte de su futuro, pues es en la familia donde se perfila la madurez de la persona, donde se fragua la persona. La persona cuya educación y camino a la madurez comienza en la dimensión más profunda de la misma. Un desarrollar toda la riqueza y capacidad que lleva dentro. Y esto ¿como puede ser factible si los educadores se mueven en las aguas de la superficie?

Palabra

El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a la madre acumula tesoros… Esta y otras más nos propone el Eclo como sugerencias para disfrutar de un clima familiar bueno. Un clima que se rompe por diferentes partes: por parte de los padres que no están del todo pendientes de la educación de sus hijos… Por parte de los hijos que progresivamente va avanzando el tiempo de su emancipación de los padres, de su independencia, como respuesta quizás, o en parte, a esa educación de los padres. Por parte de la sociedad, que está dando "palos de ciego" en esta tema de le educación, "preocupado" por otros valores.

Sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la comprensión… perdonaos mutuamente… Y por encima de todo el amor… Recomendaciones muy concretas con un espíritu que es muy necesario para que la persona humana pueda ir creciendo hacia una maduración más humana. Y una maduración que es indispensable para tener una sociedad más pacificada.

¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Una escena, esta del evangelio interesante y enigmática, que creo nos plantea, entre otros puntos, el de la libertad del hijo en un crecimiento obediente a los padres.

Sabiduría sobre la Palabra

Nazaret es la escuela en la que comienza a comprenderse la vida de Jesús: la escuela del Evangelio. He aquí algunas breves lecciones de Nazaret: En primer una lección de silencio. Que renazca en nosotros la estima del silencio, esa admirable e indispensable condición del espíritu; nosotros que nos vemos asaltados por tantos clamores, estrépitos y gritos en medio de nuestra vida moderna, tan ruidosa e hipersensibilizada. Una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe lo que es la familia, su comunión de amor, su austera y sencilla belleza, su carácter sagrado e inviolable. Una lección de trabajo. Nazaret, la casa del "hijo del carpintero": es aquí donde quisiéramos comprender y celebrar la ley severa y redentora del trabajo humano; restablecer la conciencia de su nobleza; recordar que el trabajo no puede ser nunca un fin en sí mismo, pero que su libertad y su nobleza le vienen, más que de su valor económico, de los valores que son su fin. (Pablo VI, Nazaret 5.01.1964)

Cristo ha nacido. Ha nacido para nosotros. Y ha nacido hoy. Pues Navidad no es meramente un día como otros. Es un día santificado, hecho especial por un misterio sagrado. Hoy entra la eternidad en el tiempo, y el tiempo santificado, queda prendido en la eternidad. Hoy, Cristo, la Palabra eterna del Padre, que estaba en el comienzo con el Padre, en quien todas las cosas fueron hechas, por quien existen todas las cosas, entra en el mundo que Él creó para reclamar almas que habían olvidado su identidad. Por tanto, la Iglesia exulta, cuando los ángeles bajan a anunciar, no meramente una cosa antigua, como ocurrió hace mucho tiempo, sino una cosa nueva que sucede hoy. Pues hoy Dios Padre hace nuevas todas las cosas, en su Hijo divino, nuestro Redentor, conforme a sus palabras: ecce nova facio omnia. (Tomas Merton, Tiempos de celebración)

14 de diciembre de 2009

DOMINGO IV DE ADVIENTO (C)

LA BELLEZA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA HOMILÍA
Miq 5,1-4; Salm 79.15-19; Hebr 10,5-10; Lc 1,39-45

Reflexión: La Encarnación, o el "Viaje"

En el cielo, en la eternidad, de repente, empezó una cierta conmoción. El viaje era inminente. Se aceleraban los preparativos. El arcángel Gabriel llevaba unos días ausente. Los coros celestiales cantaban y repetían sus ensayos con canciones de paz y de gloria. Otros grupos observaban atentamente el brillo de las estrellas. El viaje era inminente… Se venía comentando la posibilidad de un viaje del Altísimo a la tierra. Se recordaba, no obstante, en los archivos celestiales el primer viaje. Porque hubo un primer viaje durante el cual todo lo dejó vestido de hermosura… Así lo recoge uno de estos archivos de la humanidad:

Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura…

Había preocupación en la eternidad. Había amor. Además de la belleza de la tierra, no habían faltado los mensajes, ni los mensajeros a la tierra:

He visto la opresión de mi pueblo, he oído sus quejas…Voy a sacarlos de esta tierra para llevarlos a un tierra fértil y espaciosa… (Ex 3,7) El Señor prepara para todos los pueblos en este monte un festín… Aniquilará la muerte para siempre… (Is 25,6) Si tu padre comió y bebió y le fue bien, es porque practicó la justicia y el derecho, hizo justicia a pobres e indigentes, y eso sí que es conocerme… (Jer 22,15)

Pero los humanos eran olvidadizos. El celo de Dios parecía crecer más y más, en el deseo de "recoger" a todos los hijos en su Casa. Un día partió Gabriel con un nuevo mensaje a la humanidad. Con un mensaje a una mujer de Nazaret. Una mujer muy sensibilizada al silencio y a la palabra. Esta mujer deja el camino abierto para que Dios, al cual nadie ha visto jamás, pueda llegar a ser contemplado, revestido de naturaleza humana en el seno de esta mujer, y alumbrado entre los cantos de una noche celestial en la tierra.

Ha vuelto el arcángel Gabriel y se está preparando el equipaje. Dios se pone en viaje. Dios viene a decir al hombre "su amor". Se lo viene a decir en un lenguaje comprensible, en el mismo lenguaje humano, con gestos humanos…

Llega hoy para todos el gozo. El que está en todas partes viene para llenar de gozo el universo. Viene silenciosamente y sosegadamente. Dios vino a la tierra desde los cielos y se hizo presente entre los hombres y el que no puede ser abarcado se albergó en el seno de la Virgen. Así es como la naturaleza humana acoge los inicios del gozo y el comienzo de su divinización. Alégrese el cielo en lo alto y las nubes derramen su justicia. Que los montes destilen dulzura y los collados alegría, porque le Señor ha tenido piedad de su pueblo (Is 45,8; Am 9,13; Sal 65,13). Hoy se manifiesta el misterio escondido desde los siglos (Ef 3) y todas las cosas obtienen en Cristo su recapitulación (Ef 1,9). (San Andrés de Creta, Hom. 5 sobre la Anunciación)

Palabra

Pastoreará con la fuerza del Señor. Habitaran tranquilos porque se mostrará grande y será nuestra paz. Este Pastor, esta fuerza nacerá de Belén, pequeña entre las aldeas de Judá. La grandeza de la pequeña, con frecuencia despreciada por la sabiduría de este mundo.

Aquí, estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad… Así se mostrará en su vida: mi alimento es hacer la voluntad del Padre. ¡Cuántas razones se nos ocurren a nosotros para afirmar nuestra voluntad.

Feliz tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá… El "viaje" de Dios a la humanidad, inmediatamente da lugar a un dinamismo de amor, de encuentro en la vida de los hombres.

Sabiduría sobre la Palabra

El adviento debería recordarnos que el "Rey que ha de venir" es algo más que un encantador niñito sonriendo en las pajas. Cierto que no hay nada malo en los tradicionales gozos familiares de la Navidad, ni tenemos que avergonzarnos de seguirnos hallando capaces de aguardarlos con demasiada ambivalencia. Después de todo, eso, por sí mismo, no es poca fiesta. Pero la Iglesia al prepararnos para el nacimiento de un "gran profeta", un Salvador, un Rey de Paz piensa en algo más que un júbilo estacional. El misterio de Adviento enfoca la luz de la fe sobre el significado mismo de la vida, de la historia, del hombre, del mundo y de nuestro propio ser. En Adviento celebramos la venida y aún la presencia de Cristo en nuestro mundo. Somos testigos de su presencia, aún en medio de todos los insondables problemas y tragedias. No es una escapatoria, una evasión de este mundo… (Tomás Merton, Tiempos de celebración)

Ya sabéis hermanos, quien es el que viene. Ahora considerad de dónde viene y a dónde viene. Viene del corazón del Padre al seno de la Virgen Madre. Viene desde el ápice de los cielos a las regiones más profundas de la tierra. ¿Qué ocurre? ¿Hemos de quedarnos para siempre en la tierra? No nos importaría si se quedara Él también. ¿Dónde nos encontraríamos bien sin Él? ¿Y dónde mal con Él? ¿A quién tengo yo en el cielo?, y contigo ¿qué me importa la tierra? Dios de mi corazón, mi lote perpetuo. Y aunque camine por las sombras de muerte, nada temo si tú estás conmigo" (San Bernardo, Sermón 1.º de Adviento)

10 de diciembre de 2009

Apuntes / DOMINGO III DE ADVIENTO (C)

LA BELLEZA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA HOMILÍA
So 3,14-18; Sl 12, 2-6; Fl 4,4-7; Lc 3,10-18


Reflexión: Dios danza para ti


Este domingo tercero de Adviento lo llamamos "Domingo Laetare" el "Domingo de la alegría". Todas las lecturas son una invitación a la alegría. Tengo mis dudas que lo consigan. Cuando oigo esta palabra, "alegría", o semejantes en la vida de la Iglesia (gozo, humor…) siempre recuerdo la anécdota que me contaba en una ocasión una madre referente a su hijo que poco después de hacer la primera comunión pasaba a comulgar y esbozaba una sonrisa en el momento de comulgar. Hasta que esa sonrisa se le heló en los labios el día en que un celebrante al ir a darle la comunión le dijo: "¿de qué te ríes idiota"?

Hoy a mitad de Adviento para vivir el "Domingo Laetare" los cristianos tendríamos que haber tomado en serio desde el principio la escucha y meditación de la Palabra. Vivir más intensamente un tiempo de Lectio Divina, de modo que la fuerza y la luz de la Palabra de Dios nos envolviera. Y nos dejáramos agarrar por ella.

Y aún así aún tengo mis dudas de si afloraría en nuestros labios y en nuestro corazón la alegría, porque parece que los mismos exegetas tienen miedo a un "Dios alegre". Vean diferentes traducciones:

Hoy: 1ª lectura, Sof 3,17s: …el Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. El se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.

Nueva Biblia Española (de Schökel): El Señor, tu Dios, es dentro de ti un soldado victorioso, que goza y se alegra contigo, renovando su amor, se llena de júbilo por ti, como en día de fiesta.

Biblia de Jerusalén: Yahvé tu Dios, está en medio de ti, guerrero vencedor! Exultará por ti de alegría; Él te renovará con su amor. Él danzará para ti con gritos de alegría, como en días de fiesta.

La Vulgata latina: El Señor tu Dios está en medio de ti, Él mismo vigoroso te salvará, exultará sobre ti en alabanza, gozará sobre ti en alegría, descansará en tu amor.

La verdad, no sé porque tenemos miedo a un Dios que danza con gritos de alegría (un obispo me dijo hace varios años que por qué había puesto como título a mis Comentarios de las Antífonas marianas OH: "Dios danza para ti", que no estaba bien…) y no tenemos reparos en poner una y mil veces que "Dios es un guerrero". Nos va a costar poner en el corazón la vena pacífica, y quitar la violenta. Necesitaremos muchos "Domingos Laetare".

Palabra

Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo corazón… Una invitación muy fuerte a la fiesta, a la alegría, a la danza… Hace falta tener motivos muy fuertes. ¿Qué mejor motivo puede haber que sentir "en carne viva" la presencia de Dios, que te está pacificando de la cabeza a los pies.

Gritad jubilosos: ¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel! ¿Es tu fuerza? ¿es tu poder? ¿escuchas dentro de ti un rumor de aguas vivas? De lo contrario no tomes la cítara… porque te saldrá mal la melodía.

Estas siempre alegres en el Señor. Os lo repito… El señor está cerca… Una verdadera obsesión: la alegría, el gozo… Yo creo que el creyente está más obsesionado por el pecado.

Nada os preocupe. En toda ocasión, en la oración y suplica… Pero posiblemente lo que no nos preocupa, o muy poco, es la oración… Entonces, es lógico que nos dominen otras preocupaciones. El talante de nuestra vida es un reflejo del talante del corazón.

La gente preguntaba a Juan: Entonces, ¿qué hacemos? El que tenga que reparta. El que está casado con la injusticia, que se divorcie de ella. No os aprovechéis con denuncias… Y eso que apenas había entonces Medios de comunicación. ¡Señor! ¿Tú estabas, en el Jordán danzando dentro de Juan?

Sabiduría sobre la Palabra

Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que existe desde el principio. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, era la Palabra eterna. Y precisamente porque resulta difícil distinguir la palabra de la voz, tomaron a Juan por el Mesías. La voz fue confundida con la palabra, pero la voz se reconoció a sí misma, para no ofender a la palabra. "No soy —dijo— el Mesías, ni Elías, ni el Profeta". "Yo soy la voz que clama en el desierto: preparad el camino al Señor." ¿Qué quiere decir "preparad el camino", sino: suplicad debidamente? ¿Qué significa "preparad el camino", sino: pensad con humildad"? (San Agustín, Sermones)

Cuando considero, al celebrar este tiempo de Adviento del Señor, quien es el que viene, me desborda la excelencia de su majestad. Y si me fijo hacia quienes se dirige, me espanta su gracia incomprensible. Los ángeles no salen de su asombro al verse superiores a aquel que adoran desde siempre y como bajan y suben, a la vista de todos, en torno al Hijo del hombre. Al considerar el motivo de su venida, abarco, en cuanto me es posible, la extensión sin límites de la caridad. Y cuando me fijo en las circunstancias, comprendo la elevación de la vida humana. Viene el Creador y Señor del mundo, viene a los hombres. Viene por los hombres. Viene el hombre. (San Bernardo, Sermón 3º de Adviento)

21 de noviembre de 2009

PROFESIÓN REGULAR DE OBEDIENCIA DE F. JOSÉ ANTONIO PERAMOS

Alocución pronunciada por el P. Abad José Alegre en la sala capitular

Regla de San Benito, capítulo 5º
La obediencia

El reino de los cielos está místicamente en tu interior.
Estas son las bondades que están ocultas dentro de nosotros
y desde allí resplandecen en el exterior
gracias a una vida vivida serenamente.
La persona que se ha comprometido con Dios
mediante la fe y la oración
ya no será atormentada
por la preocupación de sí misma.
(Isaac de Nínive)

Estas palabras de Isaac de Nínive nos vienen a confirmar aquello de que el monje es el que busca a Dios, y lo busca porque ya lo ha encontrado. El reino de los cielos está dentro de ti. Dios reside en el centro más íntimo de tu ser. Pero nuestra vida se mueve en un movimiento desde fuera hacia dentro y desde dentro hacia fuera. Comprometerse con Dios es poner cada día nuestro esfuerzo por llegar al centro profundo de nuestro ser. Hacernos conscientes de la presencia de Dios.

Para esto necesitamos la pedagogía divina. ¿Y que nos enseña ésta? Que Dios ha salido de su misterio escondido, y se ha manifestado, se ha rebajado, haciéndose hombre, y desde aquí ha vivido una experiencia de continua obediencia al Padre, y también de obediencia a los hombres. Pues como dice Él mismo no ha venido a que le sirvan sino a servir y dar la vida. Y el camino para realizar esto es la obediencia.

Esta obediencia que es propia de aquellos que nada aman más que Cristo. Solamente esta actitud de imitar a Cristo, de vivir para Él y con Él, puede dar sentido y justificar nuestra existencia monástica. Cristo es el gran obediente. Toda nuestra vida debe ser una respuesta de libertad a Cristo, el Único que puede exigirnos todo sin alienarnos. Y venimos al monasterio porque queremos aceptar esa exigencia de Cristo sobre nuestra vida. Solo Dios, en su amor absoluto puede pedir y conseguir del hombre que se entregue totalmente, a la vez que le abre a horizontes de más libertad.

La obediencia hace salir al hombre del aislamiento egoísta, y del encogimiento mediocre sobre sí mismo. Y es la obediencia la que libera al monje de la incomunicación con Dios y con los hermanos y le empuja a correr por el camino del servicio humilde y del amor abnegado. Suele haber en las comunidades monásticas monjes o monjas que se quejan de falta de comunicación. Suelen ser también esos monjes o monjas, personas que viven muy superficialmente su relación con Dios, y que en la relación con los demás miembros se buscan a sí mismos. La obediencia es el mejor camino de libertad, que nos lleva siempre, si es auténtica a un servicio generoso hacia los demás. Todo lo demás serán palabras vanas, o folklore sin color.

Y para que veáis que no son meras palabras mías, contemplad el ejemplo de Cristo, interiorizad sus palabras, sus gestos. Considerad también los muchos esclarecidos testigos de Cristo que a lo largo de la historia ha habido en los espacios monásticos.

La prontitud en el obedecer que Benito describe con riqueza de imágenes —escucha, manos vacías, pies dispuestos, subir a la vida, camino estrecho, comunidad— es un síntoma positivo de una disponibilidad gozosa. Porque Dios ama al que da con alegría.

Algo grande es la obediencia, tanto que solo llegan a vivirla plenamente los monjes humana y cristianamente maduros

La obediencia no va por los caminos de actitudes infantiles de falta de sumisión, de medio de domesticar, o tácticas de ciertas astucias para lograr salir con lo nuestro en ciertas situaciones anecdóticas de la experiencia cotidiana de la vida.

La obediencia es algo grande cuando la vivimos todos y cada uno, y toda la comunidad empeñados en ir conociendo la voluntad de Dios.

La obediencia es algo grande cuando la vivimos todos y cada uno, y toda la comunidad, empeñados en contrastar nuestra vida con las exigencias de la Regla y del Evangelio, a fin de ir madurando cada día, humana y cristianamente, abiertos a un seguimiento sincero, apasionado de Cristo.

1 de noviembre de 2009

INICIO DEL NOVICIADO Y VESTICIÓN DE FRAY DAVID RENART

Alocución pronunciada por el P. José Alegre, abad de Poblet, en la sala capitular

Regla de san Benito, capítulo 72
El buen celo que han de tener los monjes

Nuestro modo de pensar es el de Cristo (1Cor 1, 16). Anhelamos vestirnos encima la morada que viene del cielo… No querríamos quitarnos lo que tenemos puesto, sino vestirnos encima de modo que lo mortal quede absorbido por la vida (2Cor 5, 3). Revestiros de ese hombre nuevo, creado a imagen de Dios (Ef 4, 24). Vestíos de ternura entrañable, de agrado, de humildad, sencillez, tolerancia, perdonaos cuando uno tenga quejas contra otro… Interiormente que la paz del Mesías tenga la última palabra (Col 3, 12).

Lo que Dios ha empezado en ti, que lo lleve a término… ESCUCHA, David. ESCUCHA, hoy y cada día de los sucesivos, esta Palabra de la Escritura que acabo de leer. Aquí tienes el auténtico hábito, siempre nuevo, siempre dispuesto para ti. No olvides esta Palabra de la Escritura y recuérdala ejercitando la primera palabra de la Regla: ESCUCHA.

Entonces lo que Dios ha empezado en ti, lo llevará Él mismo a feliz término. Esta obra buena que comenzó en tu familia, con tus padres, Salvador y Luisa… En tu camino, hasta aquí, hubo luces y sombras. Pero, gracias a la obra buena que el Señor comenzó en ti, y que fue encontrando unas circunstancias favorables en tu ambiente, ha ido tomando fuerza la luz. Hoy quieres corresponder a la obra buena de Dios con la respuesta generosa de entregarte más a Él. De esta manera, va madurando la obra buena con un crecimiento en tu vida espiritual.

Y lo quieres hacer en una comunidad monástica, en esta comunidad de Poblet. La comunidad ayuda con sus virtudes que, evidentemente, las tiene. Una comunidad siempre es positiva para la persona. Sea la familia, comunidad religiosa, civil, eclesial… También ayuda con sus defectos, que, evidentemente, también los tiene. Tú, también los tienes. Pero quien navega con sabiduría, y la ayuda del Señor, que la tendrás si la buscas, sabe aprovechar los vientos favorables y los desfavorables. Y crece en la vida del Espíritu. ¡Vive la vida monástica! ¡Crece!

Empiezas este camino con el símbolo importante de dejar una prenda que llevabas hasta ahora por fuera. Un gesto simbólico pero lleno de vida. Aprovéchalo. Vive este gesto simbólico cada día.

Eres una persona con gusto, ordenada, que busca cuidar los detalles. Buscas cuidar el estilo, el color, la marca… Esto está bien. Una buena base para una vida monástica. Pero ante esta nueva opción que haces de cara al Señor, Él te llama a un cambio importante. Y te sugiero que, si eres generoso en tu respuesta, hallarás buena y nueva respuesta generosa por parte del Señor. Él, no se deja ganar en generosidad.

Hay que darle la vuelta a la camisa. Cambiar de marca, color, estilo… Te revistes de una nueva prenda, de un hábito. Blanco. Aquí no hay colores. Todo lo debe llenar el color de Dios. Ahora es necesario también cuidar el color, el estilo, la marca. Pero por dentro. El interior. Lo importante ahora es el color de Dios en tu corazón. Lo demás es basura. Que lo mortal sea absorbido por la vida, dice la Palabra. Entonces crecerá tu alegría y tu paz.

Tienes este capítulo 72 como punto de referencia para ir asumiendo en tu vida la Palabra de Dios que te irá revistiendo con una vida nueva. Es una página de gran vigor espiritual, propio de un hombre de Dios. Y para un hombre de Dios, o que quiere ser de Dios. Este capítulo nos ofrece una clave para leer la Regla. Aquí está la raíz de todas las vidas monásticas, de las que han alcanzado su objetivo y de las que no lo han alcanzado.

El buen celo que deben tener los monjes, hace referencia a la actitud primordial, gracias a la cual la vida del monje se convierte en camino de fuego hacia la plenitud de la caridad, sin la cual la vida se reduce a un conjunto de frustraciones.

La vida de comunidad es exigente y requiere un largo aprendizaje. Y en esta vida comunitaria el novicio está llamado a aprender contemplando la comunidad, la auténtica maestra de novicios. Sin caer en el peligro evidente de juzgar. Contemplarlo todo y quedarse con lo bueno para que se vaya encendiendo ese fuego interior.

De los ocho puntos que concretamente recomienda, cinco se refiere a relaciones dentro de la comunidad. Lo cual es bastante elocuente de lo fundamental que es vivir una buena relación humana y de fe dentro de la comunidad. Luego hay otros tres puntos: Dios, Cristo y el abad, que estarán para ayudarte a caminar con esperanza, para que llevados por el mismo Espíritu lleguemos juntos a la vida eterna.

Escucha, guarda, vive, este capítulo 72 de la Regla, para que tu corazón se sienta arropado con el vestido siempre nuevo de la Palabra divina.