19 de diciembre de 2010

LA CARTA DEL ABAD

Querido Miguel,

Llegamos a las vísperas de Navidad. La vida litúrgica en el templo, la lectura de la Palabra y su meditación en la lectio, nos ayuda a ambientarnos espiritualmente. I si nos asomamos a las calles de las ciudades empieza a crecer, si no está ya muy crecido, el clima navideño, en luces, compras… A pesar de la crisis.

La Palabra de Dios de este domingo 4º de Adviento ya nos sugiere el punto alrededor del cual va a girar la Navidad: «La Virgen tendrá un hijo y le dirán Emmanuel, que quiere decir "Dios con nosotros"».

Y es muy posible que, como en años anteriores, no falte la prensa con sus opiniones, artículos, reportajes… para resaltar que Navidad, la tradicional Navidad está desapareciendo: menos manifestación religiosa, más secularización, menos ambiente familiar, templos más vacíos. ¿Una victoria del hombre modernos?

¿Qué piensas de todo esto? ¿Crees que nos encontramos con esta "inversión" navideña? Yo no estoy tan seguro de ello. Lo que sí pienso es que los humanos llevamos una fuerte carga de confusión, desorientación, vacío… ¿En este "invierno seco" de nuestra sociedad, puede haber una "Navidad viva"?

Porque la Navidad se centra en el nacimiento de un niño, de una persona humana, que resume un profundo misterio humano-divino: «Emmanuel, es decir "Dios con nosotros"».

A mí no me preocupan las iglesias vacías en Navidad. Porque las iglesias o los templos se llenan o se vacían con los hombres y mujeres de cada tiempo, para celebrar la infancia que nos salva.

Pero ¿qué esta pasando fuera de los templos, en nuestra sociedad?

Un dato citado en la reciente entrevista de un periodista alemán con el papa Benedicto XVI y publicada en un libro: «Los gobiernos de hoy suman deudas de cantidades jamás vistas. Un solo país como Alemania gasta en 2010 más de 43.000 millones de euros solo para pagar intereses a los bancos, o sea que a pesar de nuestra riqueza o bienestar occidental llevamos un tren de vida por encima de nuestras posibilidades. Con estos pagos de intereses serí suficiente para suministrar alimentos durante todo un año a todos los niños de los países en vías de desarrollo».

Otros datos: padres que no saben, no pueden o no quieren vivir el diálogo de la vida con sus hijos, abdicando su responsabilidad en otras instancias educativas, y en las que no confían o no apoyan totalmente, en una muy viva contradicción. Una infancia abandonada a sus caprichos, como una única tarea educativa. Y no digamos ya de una infancia secuestrada para convertirla en infancia-soldado, o infancia-esclava…

Difícilmente una sociedad así puede celebrar Navidad. Los templos seguirán llenándose de vacío silencioso, a la espera de otros hombres y mujeres capaces de acoger una palabra de vida, una infancia, verdadera precursora del Mesías.

El hombre busca nuevos caminos con los que llenar su vacío y sustituye el Nacimiento por el "Árbol". Y al hombre le vuelve a nacer la contradicción. Precisamente cuando quiere celebrar la Navidad con estos nuevos símbolos, es cuando más está atentando la humanidad contra el medio ambiente.

Podría poner otros datos. Quedan los regalos. Al menos aquí puede dar ocasión a su ilusión, a su esperanza… Y la crisis económica se la viene a recortar también.

¿Qué te parece, Miguel, este panorama? No soplan buenos vientos para la Navidad.
Yo pienso que Cristo, ese Mesías anunciado, sólo nace en el silencio de la noche. Es necesario apagar los ruidos.

No es fácil encontrar una noche silenciosa en la vida de los hombres, en cuyo corazón no cesan de caer cosas, objetos… el hombre se entretiene con el estrépito de las cosas hasta ensordecer.

Y el corazón se hace se inutiliza para acoger una buena palabra, una palabra que necesita mecerse en la cuna del silencio, que es la única cuna donde puede recostarse y nacer el Cristo que salva. ¿Qué Navidad esperar celebrar, con tu mujer y tu hija?

Un abrazo,

+ P. Abad