25 de noviembre de 2012

Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario / NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO (Año B)

Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet
Dan 7,13-14; Salm 92,1-2.5; Apoc 1,5-8; Jn 18, 33-37

«Pilato dice a Jesús: Así que tú eres rey. Jesús le contesta: Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

No parece tener mucha lógica este diálogo. Como un diálogo de sordos. Da la impresión de una incoherencia. Por un lado tenemos la pregunta de Pilatos desde la mentalidad que tiene del poder: «¿Tú eres rey?» Una mentalidad que también tenemos nosotros, porque ¿en qué poder pensamos cuando pensamos en un rey, un presidente del gobierno, un mandatario de nuestra sociedad. Ya lo dice la misma palabra «mandatario»: mandar, dominar…

Por otro lado tenemos la respuesta de Jesús: «soy Rey y he venido al mundo para ser testigo de la verdad».

Seamos sinceros con nosotros mismos, y pensemos en lo íntimo de nuestro corazón si no hay aquí una respuesta incoherente de Jesús. O quizás más bien tenemos que considerar que el Reino de Cristo va por otros caminos, diferentes de los nuestros. Por eso Pilatos le responderá: «¿Y qué es la verdad?» Pero ya no esperó una respuesta de Jesús, sino que salió fuera, a escuchar la muchedumbre.

Jesús ya había hablado durante su vida pública de la Verdad. Había enseñado que él era «el Camino, la Verdad y la Vida». Había enseñado también que «el que es de la verdad escucha su voz».

Pilatos no escucha su voz; pregunta qué es la verdad, pero no espera respuesta, sale fuera y seguirá en la mentira. Porque la verdad no se coge a trozos, sino que se toma o se deja, y si no la tenemos nos ponemos en un camino de alcanzarla por completo, que no es llegar a vivir mi trozo de verdad sino estar en un esfuerzo permanente de asumir la Verdad por completo, lo cual nos pone en el camino de escuchar a los demás. Lo contrario es vivir, es permanecer en la mentira. La verdad solo está en Cristo. Pero Cristo no es un mandatario es un servidor, sirve la verdad, que es su misma persona. Su persona que es compasión, misericordia, humanidad… Su persona revela lo más profundo, lo más íntimo, lo esencial de la naturaleza humana. Y quien no va por este Camino va por la mentira.

Esta fiesta nos invita a reflexionar y preguntarnos si vivimos en la verdad o en la mentira.

¿Vive en la verdad un gobierno de una nación que firma una Declaración de Derechos humanos, donde se afirma?: «Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios». (Art. 25)

«Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho» (Art. 47, de la Constitución)

«Las personas que no disponen de los recursos suficientes tienen derecho a una vivienda digna, para lo cual los poderes públicos establecerán por ley las medidas que garanticen este derecho». (Art. 26, del Estatuto)

Nos podemos preguntar si vivimos en la verdad o en la mentira, cuando hay tantas casas vacías, incluso muchos con más de una casa, mientras familias enteras no tienen donde reclinar la cabeza.

«Abrid de par en par las puertas de vuestros graneros, dad salida a vuestras riquezas en todas las direcciones. Dime, ¿qué es lo que te pertenece?, ¿de dónde trajiste nada a la vida?, ¿de quién lo recibiste?... Si cada uno se contentase con lo indispensable para atender a sus necesidades y dejara lo superfluo a los indigentes, no habría ricos ni pobres». (San Basilio)

¿Vivimos en la verdad cuando nos dicen los Padres de la Iglesia que lo que ahorramos pertenecen a los pobres que no tienen que comer?

Vivimos en la verdad cuando nos dice el evangelio: «el que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene, y el que tenga que comer haga lo mismo»…

Vivimos en la verdad cuando vivimos sin compasión hacia nuestros hermanos.

Jesús habla muy claro: «El que es de la verdad escucha mi voz». Pero nos puede salir la pregunta de Pilatos: «¿y qué es la verdad?» Para salirnos fuera a escuchar las voces o el griterío de la multitud, quizás es que no nos tomamos en serio a este testigo de la verdad que es Jesucristo, que no viene a ser un mandatario sino un servidor.