24 de noviembre de 2012

Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario / NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO (Año B)

I VÍSPERAS
BENDICIÓN DEL NUEVO ÓRGANO DE POBLET

Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet
1Cr 15,14-16.25-28

El texto del libro de las Crónicas nos presenta una bella escena, toda ella una fiesta solemne, trasladando el Arca de Dios, símbolo de la presencia de Dios, hasta el Templo de Jerusalén. Todo el pueblo de Israel vibra con este traslado, todo lo llena un aire de fiesta solemne: aclamaciones, trompetas, címbalos, arpes y liras…

Nosotros hoy también celebramos una fiesta grande, solemne: Cristo Rey, que nos muestra la verdad de la vida. No trasladamos ninguna Arca de la Alianza al Templo. El templo somos nosotros. Nuestra fiesta será despertar la conciencia de esta presencia en nuestra vida.

Además, hoy, en esta solemnidad de Cristo Rey, que además coincide con el aniversario de la restauración de la vida monástica en Poblet, nos disponemos a bendecir un nuevo órgano. Todo un conjunto de circunstancias muy significativas para nuestra vida monástica.

La música tiene siempre un componente espiritual fuerte, profundo. Pero la música del órgano acompañando a las voces de la comunidad, tiene un componente espiritual yo diría, más profundo todavía, pues nos lleva a despertar en nuestro espacio interior la conciencia de una relación viva con Dios.

La música del órgano debe ser un punto fuerte de atracción de las voces de la comunidad, para que alabemos, aquí en la plegaria con nuestra voces armonizadas con la música, al Dios que merece nuestra alabanza, y nos ayuda a armonizar la comunidad, para qué nuestra vida sea un testimonio de vida de Dios, a través de la armonía de nuestra vida humana y religiosa.

El sonido del órgano viene a ser un signo esplendido del cántico nuevo que hemos de ofrecer a Dios. Pero esto nos pide dejar que Dios haga de nosotros hombres nuevos, y desde esta conciencia colaborar todos en un esfuerzo por hacer una comunidad nueva, que debe comenzar por nuestro trabajo del corazón en una íntima colaboración con el amor de Dios.

Y en este esfuerzo nuestro y esta colaboración nos puede ser una buena ayuda vivir con una conciencia muy despierta este rito de la bendición del órgano, que podemos prolongar este tiempo de Adviento que vamos a empezar con una meditación de los textos, de gran belleza, que tenemos en el ritual de bendición, así como en estar atentos en la vida de la plegaria comunitaria a las sugerencias del órgano, de los cantores, y sobre todo a que nuestro interior y nuestra boca vayan de acuerdo como nos exhorta la Regla, y, simultáneamente, buscar llevar a cabo todo nuestro servicio monástico, ora et labora, con un solo corazón y una sola alma.