24 de junio de 2012

LA CARTA DEL ABAD

Carta a san Juan Bautista:

El próximo domingo, día 24 celebramos tu nacimiento. Y al celebrarlo quiero recordar y celebrar la amistad de los amigos que llevan tu nombre. Una palabra de felicitación. Una plegaria, también, para que los bendigas.

Celebrar tu nacimiento, celebrar tu vida, quiere decir también imitarte. Quiero a lo largo de esta semana recordar tus palabras, tus enseñanzas, porque tú sigues siendo de actualidad. Un punto de referencia para vivir a Cristo. Sigues siendo nuestro precursor. Porque nosotros, discípulos de Cristo, tenemos la responsabilidad de darlo a luz en este mundo. Hacerlo presente, señalarlo con nuestra vida. En una palabra que estamos llamados a ser también un poco o un mucho como tu, precursor.

«¿Qué será de este niño?» Decían de ti. Saltas de gozo antes de nacer, cuando presientes la cercanía de Cristo, sigues despertando la admiración después de nacer. ¿Qué será de este niño? Aparentemente algo muy normal: crecer y robustecerse en el Espíritu. Vivir desconocido, en el silencio del desierto.

«¿Qué será de este niño? », decían…

El silencio domina gran parte de tu vida. (Como dominará también en la vida de Jesucristo). Y desde tu largo silencio vendrá una palabra fuerte, una fuerte interpelación a los oyentes, a la sociedad que estaba expectante, buscando una luz.

«Qué será de este niño? », decían…

Una voz que clama en el desierto. Pero que llegará a las ciudades, espacios de oscuridad y confusión. Y despierta interrogantes: ¿qué hemos de hacer?

Hay un torrente de respuestas: «Quien tenga dos túnicas que reparta con el que no tiene, no exigir más de lo establecido; no hacer violencia, ni hagáis extorsión a nadie con los dineros».

Hoy se necesita esta voz. Hay quien habla del delito del silencio. Callar cuando es preciso una palabra. Pero quizás no hay silencio capaz de dar lugar a la Palabra que necesita nuestra sociedad. Porque no hay silencio en quienes tienen que decir una palabra con fuerza, con luz, con sabiduría en esta sociedad. Quizás más bien enfrentamiento, luchas por el poder, cierto olor a podrido… Dando respuestas a preguntas que nadie hace. No hay silencio, para escuchar una Palabra de vida, porque el hombre está ocupado en vivir una vida sin palabras, una vida subterránea que, cada día con más frecuencia, sube a la superficie, con aromas decorrupción.

El hombre está ocupado en gastar 4.000 millones de dólares cada día en armas. El hombre está ocupado en ocultar las 70.000 personas que mueren cada día de hambre. El hombre está ocupado en las primas de riesgo, en la deuda externa. El hombre está ocupado en decidir quien muere de hambre o se forra por dentro y por fuera de euros. El hombre está ocupado es llenar su agenda con direcciones de paraísos fiscales…El hombre está ocupado en reclamar indemnizaciones millonarias. Mientras otros están ocupados en acampar en alguna nueva cueva de Belén…

No hay palabras, ya, para este rosario de «perlas» de nuestra sociedad. La único que queda es el silencio, a la espera que éste nos proporcione una Palabra de Vida. San Juan haz que esta fiesta en tu honor demos más lugar a un silencio expectante de la verdadera Palabra de Vida. Bendícenos,

+ P. Abad