5 de febrero de 2012

LA VOZ DE LOS PADRES

TEXTOS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
Domingo 5º del Tiempo Ordinario (Año B)

Prólogo del Breviloquio de san Buenaventura
El origen de la sagrada Escritura no hay que buscarlo en la investigación humana, sino en la revelación divina, que procede «del Padre de los astros, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra», de quien, por su Hijo Jesucristo, se derrama sobre nosotros el Espíritu Santo, y, por el Espíritu Santo, se reparte y distribuye a cada uno sus dones como quiere, se nos da la fe, y «por la fe habita Cristo en nuestros corazones». En esto consiste el conocimiento de Jesucristo, conocimiento que es la fuente de la que dimana la firmeza y la comprensión de toda la Escritura. Por esto, es imposible penetrar en el conocimiento de las Escrituras, si no se tiene previamente infundida en sí la fe en Cristo, la cual es como la luz, la puerta y el fundamento de toda la Escritura. En efecto, mientras vivimos en el destierro lejos del Señor, la fe es el fundamento estable, la luz directora y la puerta de entrada de toda iluminación sobrenatural; ella ha de ser la medida de la sabiduría que se nos da de lo alto, para que nadie quiera saber «más de lo que conviene, sino que nos estimemos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada uno».