21 de agosto de 2011

LA CARTA DEL ABAD

Querido Miguel,

Leyendo la Carta de san Pablo a los Romanos del próximo domingo (día 21 Agosto) pensaba en ti. Es un grito de entusiasmo de Pablo: «¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién la ha dado primero para que él le devuelva? El es origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amen.»

Pensaba en ti cuando en tus cartas me hablas de tus paseos al pie del castillo, con un libro en las manos, cuando me escribes sobre tus entusiasmos con este o aquel autor, o cuando me escribes sobre las dudas; dudas de esos autores, o tuyas propias. Pensaba en los entusiasmos que te despiertan, este libro, o aquella obra musical… con frecuencia girando todo ello alrededor del problema de la fe, o del misterio de Dios.

Y considero lo positivos que son esos entusiasmos; esa vibración intensa de todo nuestro mundo interior, capaz de estremecerse ante la más pequeña insinuación de la vida. Una vida que se nos insinúa por multitud de caminos: en los fragmentos de nuestra existencia, en una planta o flor que nos habla del misterio de la vida, en una palabra de una persona que nos puede decir mucho del misterio de la vida, en un silencio interior que permite nacer algo nuevo dentro de nosotros, una mirada limpia al horizonte… Son muchos los fragmentos de nuestra vida que nos abren a la belleza, y que pueden ser una «insinuación» del misterio divino. Una posibilidad más de entusiasmo.

Porque ese grito de Pablo es un grito que nace desde una experiencia honda de su existencia. Hoy esto no es fácil, pues exige un ritmo diferente del que nos proporciona la vida ordinaria. Tú lo tienes a tu alcance ese ritmo, por esos paseos de lector y de reflexión, quizás también por estar habitualmente interesado en temas de cierta hondura.

Miguel, necesitamos leer mucho a san Pablo. Leerlo y meditarlo. Pues él es un hombre que rebosa siempre de entusiasmo. Es un profundo enamorado de Cristo. Y hoy tenemos todos necesidad de este entusiasmo. Ya sabes que la palabra «entusiasmo» etimológicamente quiere decir «estar en Dios». Yo creo que todos estamos en Dios. El mismo Pablo lo dice en otro lugar cuando escribe: «en Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hech 17,27). Pero también es verdad que no llegamos a tener conciencia de este «entusiasmo». Nos falta vibrar con esta presencia divina en nuestra existencia. El camino será poner otra frecuencia en nuestra audición, otro ritmo de vida… Un abrazo,

+ P. Abad