21 de marzo de 2008

VIERNES SANTO

LA MUERTE DEL SEÑOR

Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet

En la primera lectura que hemos escuchado, del profeta Isaías, tenéis un retrato muy vivo de Aquel que hoy contemplamos clavado en la Cruz, y no solo en esta cruz que adoramos hoy aquí en el templo, sino en los hombres y mujeres vivos de esta sociedad dura, dramática, poco humana en muchas ocasiones. En el evangelio, el relato del hombre que ha amado hasta el extremo a todos los hombres y mujeres de hoy y de siempre. Un relato con muchos matices dignos de contemplar y meditar en este Viernes Santo. Y en la segunda lectura se nos invita a mantener firme nuestra fe y acercarnos a este trono de gracia, que es la cruz, para alcanzar misericordia. Y ser misericordiosos. Para ayudaros y estimularos a acercaros a este trono de gracia de la cruz, os propongo tres imágenes.

La primera imagen es del obispo Torras i Bages: En nuestra casas de labradores, para guardar la paja, que se necesita para el año, la colocan alrededor de un palo, bien apretada y protegida en un montón, ordenada, y de este modo no se desparrama, se conserva y resiste los vientos fuertes, y así permanece todo el tiempo necesario; la Humanidad es paja, dice Job (13,25) ligera, movediza, inconsistente, que se desparrama ante el más pequeño viento; por eso el divino Redentor plantó en medio del mundo su santísima cruz para sirviera de palo protector a la humanidad, de manera que bien ordenada y apretada a su alrededor resistiera los temporales, se mantenga firme y no se escampara; un hombre ayuda a otro; un pueblo a otro, y todos junto forman la humanidad universal, la herencia del Hijo de Dios (Torras i Bages, La potència de la Creu, Selecta, Barcelona 1948, p. 702).

La segunda imagen es del pensador M. de Unamuno: Los nueve meses oscuros que en el vientre
de tu Madre viviste de tinieblas, recibías la sangre de rescate, la sangre humana que pagó la culpa del seno de mujer, de carne de Eva. ¡Del Calvario en la cima un agujero picó la cruz al ser plantada en tierra, ombligo por donde entra a nuestra madre tupida de dolor, sangre de Dios! (M. de Unamuno, El Cristo de Velázquez, Espasa, Col. Austral 781, Madrid 1976, p.122).

La tercera imagen, de san Bernardo: Mira las cuatro piedras preciosas que engalanan los cuatro extremos de la cruz: en lo más alto el amor, la obediencia a la derecha, la paciencia a la izquierda, y en el suelo la humildad, fundamento de las virtudes (San Bernardo, Sermón 1 de la Resurrección, o.c. t. IV, BAC 473, Madrid 1986, p. 69).

Y ahora, porque lo exterior es engañoso. Porque lo mundo busca la pompa externa. Porque nos atrae más el parece que el ser... Y ahora, porque la ciencia divina, la gracia, obra de otra manera. Porque no se revela en la ostentación, ni en la magnificencia. Porque la gracia divina es callada, no gusta de las apariencias, sino que es sutil y penetrante. Ahora, porque este Dios, no escribe libros de filantropía, ni monta espectáculos para recoger dineros para los necesitados; pero cuida de los enfermos, ampara a los ancianos y desvalidos, y da de comer y beber al que lo necesita.
Ahora, porque este Dios que ama con ternura hasta el extremo, no escarnece a ninguno por ignorante, pero que ha instruido a más ignorantes que todos los que se consideran luz en este mundo.

Ahora, porque este Dios no grita: ¡viva la libertad!, pero ha enseñado a las naciones que con sus excesos no salvaguardan esta libertad, y la defiende diciendo que la tiranía es pecado y que es necesario respetar la naturaleza humana, en cada hombre concreto de nuestra sociedad...

Ahora, por todo esto, te invito al silencio. A hacer un tiempo de silencio contemplando la cruz. Un tiempo de silencio para volver al corazón, que es la fuente de donde nace el amor hasta el extremo. Cuando nos alejamos del corazón, nos alejamos de Dios. Entonces nace la noche, los sobresaltos, la desconfianza, la duda... Cuando regresamos al corazón todo se vuelve luz, claridad. La noche es clara como el día. Toda tu noche se volverá claridad si retornas al corazón.