22 de marzo de 2008

DOMINGO DE PASCUA

LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Vigilia pascual

Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet

¡Felices Pascuas!

Feliz paso del Señor por tu vida, por nuestras vidas... Cristo ha pasado por esta tierra, por tu tierra... Cristo ha roto las barreras... El don de Dios es tan grande que solo la tierra puede contenerlo. Ya no hay límites en este mundo. Cristo pone a nuestra disposición su Pascua.
¡Feliz Pascua! Es así? Ha pasado algo dentro de ti? Cristo pone a nuestra disposición su muerte y su resurrección. Pero si sabemos que no ha pasado nada, que no pasará nada, entonces no tenemos nada que enseñar, nada que decir...

A este Cristo hay que descubrirlo cada día. Puede estar en todas partes. En cualquiera de las circunstancias de la vida, de tu vida. Allí donde se manifiesta es el centro del mundo, el punto de referencia.

Pero no basta encontrarlo, no es suficiente con experimentar su presencia. Hay que anunciarlo, porque la Pascua es también anuncio, testimonio vivo.
¿Qué anunciamos? ¿De qué eres testigo en tu vida?

En esta Vigilia hemos dado un grito: ¡Luz de Cristo!
Y hemos contestado: ¡Demos gracias a Dios!

¿Es así? Verdaderamente, ¿nos sale desde dentro del corazón este "dar gracias"?
Dar gracias, porque sentimos dentro esa luz de Cristo, y queremos comunicarla, porque nos deslumbra y nos quema dentro del corazón, y sentimos la necesidad impulsiva de comunicarla, como aquellas santas mujeres que viven aquella primera y desconcertante experiencia del Resucitado.

Cristo nos sale al encuentro y nos dice: ¡Alegraos! Id a comunicar...
La luz, la alegría no son palabras fáciles para decir y para vivir hoy día. Hoy a los hombres nos atraen palabras más mediáticas: bienestar, poder, prestigio, dinero, consumo... Son palabras que cotizan al alza en nuestra sociedad. Nos avergonzamos, y nos sentimos inútiles de no tener participación en ellas. Las palabras del Resucitado: luz, alegría, paz... son palabras que nacen del silencio del sepulcro, del surco de una tierra, abierta a la bendición del cielo...
¿Qué palabras tienen más fuerza en tu espacio interior?

Y si las palabras del Resucitado no nos nacen de dentro, quizás tenemos que acercarnos un poco al sepulcro y pedir al ángel del Señor que nos deje un poco de sitio para sentarnos junto a él en aquella piedra enorme... y dejar que el sol de la mañana nos vaya calentando el corazón. Y pensar en la piedra de grandes dimensiones que como losa enorme reposa sobre nosotros, en el peso aplastante de nuestras indecisiones, cansancios, egoísmos... esclavitudes de tantas clases... ¿Llegamos a preguntarnos, como las mujeres del evangelio: quién nos correrá la piedra del sepulcro?

No nos acostumbremos a llevar esta losa sobre nosotros. Hay Alguien dispuesto a correr la piedra. Déjate atrapar por el "deseo pascual" de resurrección. No dejes la resurrección para mañana, o para dentro de 20, 30 o 40 años. Hay que anticipar, hay que vivir ya la resurrección. ¡Ya! Después de todo, ha dicho alguien, resucitar es la única manera que tenemos de estar vivos. Yo estoy de acuerdo. Me siento identificado con estas palabras.