15 de agosto de 2010

Día 15 de agosto, LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

LA BELLEZA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA HOMILÍA
Apoc 11, 19; 12,1-6.10; Salm 44, 11-12.16; 1 Cor 15,20-26; Lc 1,39-56

Reflexión: La Asunción de la Virgen María

«No puedo decir si murió o si permaneció inmortal, si murió en martirio o de otra manera, si ha sido enterrada o no. En una palabra, nadie sabe cual ha sido su fin. Pero si murió su muerte fue gloriosa pues ella llevó la corona de pureza y castidad absoluta; su cuerpo goza de bienestar propio de quien permitió a la luz brillar en la tierra». (San Epifanio) Sea muerte sea dormición, María subió al cielo desde la Iglesia. En el dogma se celebra a Cristo, a la Iglesia, al hombre, exaltado en cuerpo y alma. María no es para sí, sino para la Iglesia.

María acaba como la viuda de Sarepta, cuyo final no es narrado. En su boca encontramos una expresión que podemos aplicar a María, inmersa en la comunidad: "¿qué más puedo desear que estar en medio de mi pueblo"? (2Re 4,13). Convertida en TIPO de la Iglesia, debía recorrer todos los pasos y adelantar para todos un futuro de existencia. María se presenta en el cielo como fruto de la Iglesia. La última gracia de Dios a María es la Iglesia.

En María comenzó la Iglesia su profunda contemplación de la palabra y los personales hecho biográficos de la Virgen se convirtieron en patrimonio comunitario que fue creciendo bajo la tutoría del Espíritu, como un elemento del Reino. La Iglesia heredó a María como un don especial, como la Madre de Jesús, del Mesías, del Kyrios, como la creyente y la primera discípula de su propio Hijo. La comunidad estrenó vida histórica con un miembro acabado y consumado en perfección. Recién nacida, la Iglesia tuvo en María su último momento de madurez cristiana, su logro de ideales, hasta ser agradable a Dios, dichosa por creer y por dar a luz, ser "sin mancha ni arruga". (Ef 5,27)

Este misterio viene a ser una respuesta al pesimismo sobre el hombre, que se establece con la Reforma. «Pone de relieve una antropología optimista del catolicismo. Y rubrica la importancia decisiva de la mediación de la Iglesia como actualización concreta de la única y perfecta mediación de Cristo». (Bruno Forte)

Palabra

«Se oyó una voz en el cielo: Ya llega la victoria el poder y el Reino de nuestro Dios». La victoria es efectiva con la Resurrección de Cristo, pero la lucha contra el enemigo del proyecto divino continua en este mundo. Esta lucha y de nuevo la victoria sobre el enemigo la contemplamos en María, como miembro singular de la Iglesia. Su victoria, su Asunción es para nosotros la esperanza de alcanzar la misma meta.

«Todos mueren, pero todos vivirán gracias a Cristo». Hemos sido creados para la vida. Para vivir. Cristo es nuestro punto de referencia, al vencer a la muerte pone en nuestro camino una fuerte esperanza. Pero además pone en nuestro camino una criatura singular: María, Madre de la Iglesia, Madre nuestra. Es la criatura, alguien de nuestra raza que ha alcanzado la victoria, para mantenernos en la misma firme esperanza de la vida.

«Eres bendita entre todas las mujeres… Dichosa tú que has creído…». La bendición nueva de Dios es la nueva creación, que lleva a cabo mediante la Redención de Cristo, el Hijo revestido de nuestra naturaleza humana. Dichosos si creemos, dichosos si llevamos esta fe a la vida concreta de cada día.

«El Poderoso ha hecho obras grandes en mí». La fe es algo grande. La fe es vivir una relación personal con Dios, en la cual le dejamos hacer a Él, dejamos que lleve la iniciativa de su amor. Así es como va manifestando los caminos de su amor a los hombres, caminos que son su salvación.

Sabiduría sobre la Palabra

«Así, pues, quitando al sueño un poco de tiempo, trataré de abordar de una vez el tema que con frecuencia ha llamado a las puertas de mi espíritu: redactar algo en alabanza de la Virgen Madre siguiendo el relato evangélico que nos cuenta la historia de la Escritura. Debo reconocer que no me apremia a ello necesidad alguna de mis hermanos, ni un mayor provecho espiritual que es lo primero que debo atender. Pero pienso que esto no es razón suficiente para dejar de hacerlo. Creo que no puedo molestar que satisfaga mi devoción personal». (San Bernardo)

«Hoy sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes… Y nosotros ¿por qué celebramos su asunción con tanta solemnidad y con tantas muestras de gozo y de alegría? Porque María es el sol del mundo entero, y la patria celeste refulge con los vivos resplandores de esta antorcha virginal. ¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen santa prodigará sus dones a los hombres. Entreguémonos a la alabanza y a celebrar este día con cantos de júbilo. El recuerdo de la Virgen gloriosa debe excitar el fervor e impulsar la vida a una continua conversión, en alabanza y gloria de su Hijo, nuestro Señor, que es el Dios soberano, bendito por siempre». (San Bernardo)