15 de agosto de 2010

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

PROFESIÓN SOLEMNE DE FRAY OCTAVI VILÀ

Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet
Apoc 11,19; 12,1.3-6.10; Sl 44,11-12.16; 1Co 15,20-26; Lc 1,39-56

El papa Pío XII en la Bula de proclamación del dogma de la Asunción de la Virgen María a los cielos, en cuerpo y alma dice: «Los santos Padres y los grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas al pueblo en la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios hablan de este hecho como algo conocido y aceptado por los fieles, y lo explican con toda precisión, procurando hacerles comprender que lo que se celebra en esta festividad no solo es el hecho de que el cuerpo sin vida de la Virgen no estuvo sujeto a la corrupción, sino también su triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, a imitación de su Hijo único, Jesucristo». (Pío XII, Bula Munificentissimus Deus)

No hay una noticia expresa, y explícitamente clara en la Escritura de este Misterio de la vida de María. De la Asunción. Pero hay una noticia permanente a lo largo de toda la tradición eclesial, comentando este Misterio que ha tenido un reflejo permanente en la fe del pueblo, en las obras de los artistas creyentes. Una presencia permanente en el pueblo creyente que la han celebrado y la siguen celebrando en sus santuarios y fiestas…

¡Qué hermosa y bella es la Virgen María, que emigró de este mundo para ir hacia Cristo!, canta un responsorio de la liturgia de esta fiesta.

Germán de Constantinopla, nos ofrece un testimonio precioso sobre este Misterio de María que también recoge el Papa en su Bula de la Asunción: «Tú, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo santo, todo él morada de Dios, todo lo cual hace que esté exento de disolverse y convertirse en polvo, siendo transformado en cuerpo celestial, participe de la vida perfecta».

Otros Padres, sobre todo de Oriente, como san Epifanio, san Juan Damasceno, san Andrés de Creta escriben sobre este Misterio comentando la Dormición de María.

San Bernardo deja escapar un grito de entusiasmo y admiración cuando dice: «¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Gesto maravilloso de amistad, donde se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste».

Una página de una fina sensibilidad del poeta Peguy sobre María: «Escúchame bien ahora, hijo, que esto que te voy a explicar es muy difícil. Te voy a explicar hasta que punto es ella una criatura única. Pero fíjate bien. A todas las criaturas les falta algo. No sólo es que les falte el ser su Creador (que les falte esto es natural, eso está en regla), pero es que además siempre les falta algo. A las que son carnales les falta el ser puras, todos lo sabemos; pero a las que son puras les falta precisamente el ser carnales, en esto hay que fijarse. Pero a ella, por el contrario, no le falta nada (nada, menos ser Dios mismo, pero esto está en regla). Ella siendo carnal es pura y siendo pura es carnal. Así no sólo es una mujer única entre todas las mujeres, sino una criatura única entre todas las criaturas. Literalmente, la primera después de Dios, el Creador, inmediatamente después, lo primero que se encuentra en la escala del cielo cuando se baja de Dios, literalmente lo primero».

I todavía, Rilke pondrá otra pincelada de belleza diciendo:

«Fruto arrancado de este tierra que es nuestra,
baya que está llena del más pleno dulzor,
déjanos sentir como te fundes
en la boca del gozo que arrebata».

Este misterio viene a ser una respuesta al pesimismo sobre el hombre, que se establece con la Reforma. «Pone de relieve una antropología optimista del catolicismo. Y rubrica la importancia decisiva de la mediación de la Iglesia como actualización concreta de la única y perfecta mediación de Cristo». (Bruno Forte)

María emigra de este mundo, para ir a Cristo. Si Cristo introduce al tomar naturaleza humana, en este exilio terrestre el himno que se canta perpetuamente en las moradas celestiales, ahora, María, introduce nuestra naturaleza humana para cantar ese mismo himno en las moradas celestiales. Es nuestro regalo más bello al Creador. Pero a la vez es también la esperanza más viva de nuestra glorificación.

Pero la tensión y la lucha continúa aquí abajo, como nos sugiere la primera lectura hablando de los portentos que se contemplan en el cielo y de las asechanzas y dolores de aquí abajo, en la tierra.

Aquí abajo siguen los dolores de parto hasta llegar a dar a luz de modo definitivo a la humanidad nueva. La victoria es una realidad en la resurrección de Cristo, y lo es también en la Asunción de María a los cielos.

Aquí es donde entras tú en escena, Octavio. Con la profesión solemne te incorporas a una comunidad monástica. Incorporación definitiva a una comunidad cuya tarea primera es el Opus Dei, como nos enseña la Regla; es decir cantar ya aquí la liturgia celestial, con toda la comunidad. Participar en esta liturgia que gira toda ella alrededor de los misterios de la persona de Cristo. Este es el camino dentro de nuestra naturaleza carnal para purificar nuestro corazón, e ir experimentando el mensaje de la resurrección de san Pablo, que lo es para ti y para cada uno de nosotros.

Tómate muy en serio este servicio litúrgico, como lo vienes haciendo hasta ahora. Aquí tienes la fuente de gozo profundo, de la verdadera alegría de corazón en tu vida, que lo será para ti y para quienes te pidan razón de tu esperanza.

Graba en tu corazón esta escena del evangelio que es todo belleza y que resumiría en dos palabras: servicio. María va a visitar a Isabel en una actitud total de servicio. María lleva a su prima la bendición de Dios. Lleva tú siempre a los demás la bendición de Dios con tu servicio generoso total.

La otra palabra: lectura. Lectura y meditación de la Palabra de Dios; ejercicio asiduo de guardar en el corazón la Palabra. Esta que te ira manifestando el Misterio de Amor. Y tu vida como monje será un hermoso Magníficat. No verás defraudada tu esperanza.

Qué belleza, qué gozo poder cantar con santa María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador».