12 de junio de 2011

LA CARTA DEL ABAD

Querida Pilar,

Me hablabas hace un tiempo de que habías cogido un «virus espiritual» bastante fuerte que te descompuso la mente, el corazón, los nervios y todo el ser… Evidentemente, vivimos unos tiempos en que aparecen con mucha frecuencia virus de todo tipo que descomponen la vida humana. Virus y bacterias hasta en los pepinos que llevan la descomposición a las relaciones entre los pueblos. Y no faltan virus que provocan descomposición hasta en la vida de la misma Iglesia.

Quizás he recordado esta carta tuya al leer la Palabra de Dios de la próxima fiesta de Pentecostés: «Los dones que recibimos son diversos, pero el Espíritu que los distribuye es uno solo. Hay diversos servicios, pero todos servimos a un mismo Señor. Diversos milagros, pero todos los obra el mismo Dios». Excepto «el milagro diario» de los humanos que nos empeñamos en romper, en trocear, pisotear unas buenas relaciones.

Considero que hay dos palabras mutuamente implicadas que deberíamos cuidar con esmero: UNIDAD y DIVERSIDAD. Pero estoy convencido de que nos falta sabiduría para lograrlo. Quien tiene el poder exige unidad. Todo debe estar controlado. Sumisión; no debe haber voces discordantes. Todos debemos representar el papel que se nos concede, que se nos indica en la representación de este teatro del mundo…

Quien está en lo diverso, exige libertad, tolerancia, respeto. El diverso quiere ser «él mismo», reafirmar su «yo». Hay virus de la unidad y de la diversidad que son mortíferos, que descomponen mente. nervios, corazón…

Tendríamos que aprender de los buenos pintores que hacen obra artística bella. El artista sabe que su obra será bella si hay una inteligente combinación sobre el lienzo: idea, color, luz, sombras… El artista es el artífice de una obra bella, pero siempre que respeta lo diverso, una sabia combinación de elementos diferentes. Los colores dan lugar a esta belleza cuando hay una acertada y artística combinación. Solo que aquí habría que subrayar la particularidad de que los «colores humanos» tiene una independencia con respecto al artista. Ya sería hermoso que «el color rojo» por ejemplo, o el que fuese pudiera compartir, con quien lo utiliza y aplica en el lienzo, criterios para un acierto mayor en la creación de belleza.

Pienso que esto es posible, y deseable, en la vida humana. Tenemos a nuestro alcance realizar una obra más bella. Basta con que el UNICO no se considere único. Y que el DIVERSO solamente se contemple como diverso y sabiendo que por su misma naturaleza está llamado a tener una sabia composición, una acertada y humana relación.

¿Será por esto que a lo largo de la historia humana hemos progresado tanto a nivel tecnológico, y tan poco a nivel moral y ético, e incluso religioso? Pilar, hemos de guardarnos de los virus, y de manera especial de los espirituales. Un abrazo,

+ P. Abad