19 de marzo de 2019

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Homilía predicada por el P. José Alegre
2Sam 7,4-5.12-14.16; Salm 88,2-5.17.29; Rom 4,13.16-18.22; Mt 1,16.18-21.24

«Cuando una voz viene de Dios no llega a los oídos de todos, sino a aquellos que están interesados, para que se comprenda que el sonido no es a través de la lengua sino de la guía de un signo celeste» (San Ambrosio, Hom. Gen. III,2).

Se acaba de proclamar la Palabra de Dios. Una voz de Dios que no llegará a los oídos de todos, sino a los interesados. ¿Y qué interés puede tener hoy para mí esta palabra que acabamos de escuchar?

Hoy celebramos la solemnidad de san José, una persona humana privilegiada por Dios que le hizo el don singular de depositar en él su Misterio de amor.

La Escritura nos enseña que Dios se deja encontrar de quienes le buscan (Cf. Sal 9,11). Pero en este caso, parece ser que san José no buscaba a Dios, sino formar una familia con María de Nazaret. En este caso, es Dios el que busca al hombre. Y contemplamos como el hombre se deja encontrar por Dios. Este gesto ya dice mucho cómo era el corazón de san José: un corazón sencillo, justo, lleno de amor; un amor que se deja encontrar por el Amor divino.

Un hombre bueno, nos dice el evangelio de hoy, un hombre bueno que no quiere causar daño alguno a su prometida María. Un alma enamorada. Un alma enamorada que es, como escribe san Juan de la Cruz, «blanda, mansa, humilde y paciente» (Dichos de luz y de amor, 29).

Todo este asunto del Misterio divino que llevaba siglos intentando llegar al corazón de los hombres, como descubrimos en la Sagrada Escritura, al narrarnos la Historia de la salvación, debió ocupar bastante tiempo del carpintero de Nazaret. Tiempo de una reflexión silenciosa.

Y, evidentemente, tuvo que encontrarse con el corazón de Dios. Ya lo hemos oído muchas veces: que Dios habla en el silencio del corazón. San Juan de la Cruz también lo expresa muy gráficamente cuando escribe: «Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma» (Puntos de amor, 21).

Su silencio, contemplando el Misterio de Dios, que ya apuntaba en su prometida María, le lleva a incorporarse al mismo Misterio de amor.

¿Le decidió a ello el sueño en que se aparece un ángel? O lo suyo fue un soñar despierto en el silencio del corazón y en el escuchar el ángel en los gestos y la vida de María.

Todo lo contemplamos dentro del Misterio de Dios. Pero este Misterio se mueve siempre y se comunica a través del silencio.

Así que si os interesan estas palabras del Evangelio. Contemplad la figura de José, la figura de María en Nazaret, y quedaos con aquella palabra que os haya llegado a conmover vuestro corazón, guardarla en silencio, y esperar a que Dios os hable en vuestra vida.

Pero en relación con el Misterio de Dios en la vida de san José, podéis contemplar otras dos figuras bíblicas: Abraham y David. La Palabra de Dios ha proclamado de estos unas palabras importantes que os pueden interesar para vuestra vida.

Abraham. Tampoco nos dice claramente que buscaba a Dios. Sino que Dios le buscó y le animó a emprender un nuevo camino, haciéndole la promesa de una gran descendencia. Y Abraham se fio de la Palabra de Dios, y emprendió una nueva vida. Pero cuando Dios se mete en la vida de una persona, sabe que la aventura está asegurada. Porque Dios es Amor y el amor abre mil caminos. Y así le pasó a Abraham que tuvo que vivir otros momentos difíciles y apasionantes en su vida. Pero le interesaban las palabras de Dios, no las dejó en el olvido, pues Abraham tampoco cayó en el olvido, y es para nosotros un ejemplo de confianza en Dios, de aceptar el Misterio del Amor en su vida.

David. También puede ser una buena referencia para nosotros. Quiere llevar a cabo una iniciativa con Dios: construirle un templo, y Dios no le escucha. David es una persona con muchos contrastes, como podéis leer en la Sagrada Escritura: guerras, violencias domésticas, incluido adulterio, exilio…pero sensible al perdón, al amor. Y Dios fue incorporando poco a poco su Misterio de amor en su vida.

¿Qué palabras nos interesan más? Los tres personajes son interesantes y los tres nos llevan a encontrarnos con Dios, o los tres nos dicen, en definitiva, que Dios quiere encontrarte.

Yo hoy daría preferencia por san José, porque tenemos la oportunidad de contar también con la ayuda de santa María, mujer especialmente sensible al Amor divino.