17 de abril de 2011

LA CARTA DEL ABAD

Querida Mª Luisa,

Quiero bajar de tu universo de estrellas a mi tierra otra estrella: el amor. Necesitamos que esta estrella ponga su fuego y su luz en mi tierra. Una tierra fría, desconcertada… Aunque a decir verdad, no tengo la seguridad de que necesitemos esta estrella, pues ya nos hacemos otras semejantes. Encendemos otros fuegos, otras luces. Y les llamamos «amor». Pero yo no tengo claro que esos fuegos y esas luces pacifiquen el corazón del hombre.

Siempre se enseñó que el amor permanece siempre, aún después de la muerte. El amor más fuerte que la muerte. Que amar a alguien era decirle: Tú no morirás. Siempre se enseñó que somos fruto del amor y llamados al amor, programados para vivir el amor.

Aprendemos, que maduramos como personas en el amor de una familia. Aprendemos que el seno de una familia era el rincón más hermoso para desarrollar la capacidad de amar. Hoy tengo mis dudas de que siga vigente este aprendizaje. Yo leo en una página escrita hace más de veinte siglos: «el amor es paciente, afable; el amor no tiene envidia, no es grosero, no busca lo suyo; no se exaspera, no lleva cuentas del mal, no es injusto, simpatiza con la verdad. El amor disculpa, perdona siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre. El amor no pasa nunca».

Pero miro a la sociedad y descubro que desconoce esta página. Miro a las familias, a los matrimonios, y descubro que se desconoce esta página; miro a grupos, comunidades… y se desconoce esta página. Y me pregunto: ¿habremos inventado otra manera de amar? ¿estamos trazando otros caminos de amor? O quizás hoy, con la cultura de la imagen ya no leemos estas páginas antiguas. Buscamos otras sabidurías. O quizás meditamos o reflexionamos menos,… o nada.

Por esto Mª Luisa me pregunto si no deberías quitar de tu universo la palabra «amor». Pero, a decir verdad, me siento extraño borrando esta palabra, acallando esta voz: Amor. Amor mío. Te quiero… No concibo como podría vivir una comunidad, una familia, una sociedad sin los ecos de esta palabra. ¡Insinúa tanto! Es todo un universo.

Quizás podríamos esperar. Estos próximos días vamos a vivir acontecimientos que estarán profundamente marcados por una imagen. Un hombre, humanidad eterna, colgado en una cruz. Las personas no tienen que leer. Mirar, contemplar… Y saber que quien cuelga de la cruz, está colgado por vivir el amor hasta las últimas consecuencias. Porque leyó esa página tan antigua y la hizo vida. Para destapar a nuestros ojos la humanidad de Dios. Cuando nos cuesta tanto tener tiempo para una lectura sosegada, y nos resulta más fácil, más gratificante mirar imágenes contemplemos sobre todo estos días próximos, días santos para un creyente cristiano, a quien cuelga de la cruz. A quien cuelga de una cruz. La cruz siempre es cima de humanidad y manantial de Dios. Si se llega a ella con amor, desde el amor…

Una vez más Mª Luisa, gracias por tu universo. Un abrazo,

+ P. Abad