3 de julio de 2011

LA CARTA DEL ABAD

Querido Miguel,

Me dices que estás absorbido por la vitalidad de Tolstoi, que amaba apasionadamente la vida, con la violencia de un enamorado. Un hombre realmente ebrio de vida, y sin embargo, a la vez, acosado por la desdicha. Queriendo encontrar la paz y la felicidad, creyó encontrarla en la fe. Sin fe no se puede vivir; buscando siempre un hueco para reafirmar su fe. Pero a la vez cayendo constantemente en el martirio de la duda…

Yo creo que la vida nos trae esa tensión. La vida misma es tensión. Por lo mismo es lucha. Es violencia. Es necesaria la violencia. Jesús enseñaba que el Reino solo está al alcance de los violentos. La violencia de los pacíficos, no la violencia de quienes matan la vida.

La fe es también una vida, no unos dogmas. La fe es una relación viva con una persona. Me comentaba un matrimonio al preguntarles yo si lo más importante para ellos eran sus hijas, que no, que lo más importante y significativo era la fe que les unía. Yo creo que esta es una respuesta de sabiduría buena. Porque si la fe es lo que les une, quiere decir que es la vida el lazo más profundo de unión. La fe, además añade un punto de nivel más profundo que lo ordinario de la vida.

Pero dentro de este camino de la vida, la duda también es un componente importante. Como lo es el éxito y el fracaso; como lo es el dolor y la alegría.

Este camino de la vida tiene pues muchos matices, y niveles diversos de profundidad. Yo creo que debemos buscar vivirla con aquel ritmo que nos permita gozar de ella con la paz en el corazón. Esto nos pide no atarnos a las miras de la carne, que cuentan en nuestra vida, pero debemos procurar tener sobre ellas un control. Y a esto nos ayuda el avanzar en la experiencia de las miras del espíritu. La supeditación a las cosas de la carne cansa, la supeditación a las cosas del espíritu da fortaleza, esperanza, alegría…

Cada vez parece cobrar más fuerza la conciencia de que vivimos en una sociedad materialista, que cada día que pasa es más deficitaria en los verdaderos valores que dan sentido profundo a la vida. Pero es necesario un punto, o actualizar una palabra, en nuestra vida que ayude a fortalecernos en el camino del espíritu: el servicio.

El servicio es una apuesta por una vida vivida en profundidad. Que seguirá teniendo sus perfiles de duda, de tensión, de lucha… pero que nos abre también a vivirla con perfiles de paz y de alegría.

Miguel, sigue entusiasmado por Tolstoi, y ama la vida con pasión, con profundidad, para que estés siempre en camino de ser tú mismo. Un abrazo,

+ P. Abad