31 de enero de 2010

DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

LA BELLEZA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA HOMILÍA
Jer 1,4-5.17-19; Salm 70,1-6.15.17; 1Cor 12,31-13,13; Lc 4,21-30

Reflexión: No les tenga miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos

Dios llama al profeta Jeremías. La vocación es importante en la vida de toda persona. Es lo que le viene a dar sentido a toda su existencia. Si no hay un discernimiento bueno de la vocación, puede la persona venir a sentir toda su vida como un fracaso personal. Cuando se vive con claridad la vocación, uno vive una profunda experiencia interior donde se "confunden" lo divino y lo humano. Una estrecha intimidad, difícil de expresar. Se vive una experiencia profunda. Y es suficiente.

Jeremías se sabe conocedor de Dios al mismo tiempo que ha sido conocido por él. Conocimiento que es amor. En el ámbito bíblico se conoce con el corazón. Este conocimiento amoroso hace que se viva la vida con una entrega total a Dios.

Esto no siempre es fácil. Hay por el medio la cuestión de una confianza en Dios. A la vez uno se siente llamado a una vida no siempre comprendida por el entorno; uno se siente llamado a vivir una vida en ambientes, sobre todo hoy día, contrarios ya no solo a lo religioso, sino incluso al más mínimo nivel de profundidad y de sentido.

Sin llegar al nivel de una vida consagrada a Dios en una vida religiosa, sino simplemente como creyente, hoy no es nada fácil vivir el testimonio religioso, y a veces ni tan siquiera el testimonio de unos valores humanos. Hace falta tener mucha personalidad y una fe profunda, para "dar la cara" en esta sociedad donde a veces todo juega en contra de la vida de fe: los valores humanos y sociales que dominan, y con frecuencia hasta el testimonio de una Iglesia institucional actúa como viento en contra. De esta manera se va extendiendo el "cristiano anónimo".

El creyente, que en su interior tiene una fe en Dios, que incluso practica en su vida normal, pero nulo a la hora de vivir una presencia creyente en su ambiente. Entonces se hace realidad lo negativo de este pensamiento del libro de Jeremías: «No les tengas miedo o yo te meteré miedo de ellos…». Hay miedo, o respeto… o lo que sea. La cuestión es el crecimiento de cristianos que "consumen" actos religiosos en determinados momentos de su vida, pero son incapaces de dar la cara en sus ambientes para defender o proclamar su fe, o a veces incluso unos valores cristianos, que previamente habría que considerarlos como valores humanos. De esta forma pierde fuerza nuestro testimonio y nos va envolviendo el testimonio y la fuerza de una sociedad increyente, que hace perderle sentido de muchas cosas, hasta de la misma vida.

Palabra

«Yo estoy contigo para librarte…». Dios nos llama a ser instrumentos suyos, como a Jeremías, pero nos asegura su presencia como ayuda, sabiduría, fuerza, vida… Pero apostar por Dios es apostar por nosotros mismos, es apostar por el hombre. Falta en gran medida, en la vida de los hombres, y de los mismos cristianos una idea más fiel y auténtica acerca de Dios.
«Yo podría hablar las lenguas de los hombres, el donde de predicción, todos los secretos,… si no tengo amor no soy nada…». Dios es amor. El amor es lo que da valor y sentido a todo lo que hacemos. Pues ya tenemos aquí pistas muy interesantes para hacernos con la idea de un Dios que al crearnos, se ha comprometido de manera especial con el hombre.

«El amor es comprensivo, es servicial, no tiene envidia, no lleva cuentas del mal…». El capítulo 13 de 1Corintios es una de las páginas más hermosas de la Biblia. Una página para meditar, prácticamente, palabra a palabra. El amor pone en juego a toda la persona, de pies a cabeza. El amor hace que se manifieste en nosotros la imagen de Dios que llevamos impresa.

«Disculpa sin límites, cree sin límites, aguanta sin límites…». Es lo más hermoso del amor: la relación con el perdón. El perdón es uno de los caminos mejores para manifestar el amor. Dios ha elegido este camino también. Él es siempre, el primero en perdonar.

«Todos en la sinagoga se pusieron furiosos y lo empujaron para despeñarle…». Jesús anuncia en la sinagoga un mundo nuevo, pero los de su pueblo parece que no están para novedades. ¿Qué nos va a decir éste, que es hijo del carpintero? Por otro lado quieren espectáculo: alguno de los milagros que ha hecho en Cafarnaúm… Así que Jesús se va alejando de ellos.

Sabiduría sobre la Palabra

«En el alma el motor de todos los movimientos es el amor. Quien ama no cambia, no se desvía. Por un camino único y derecho avanza hacia el objetivo deseado, sin desviarse; un día alcanzará su objetivo… Lo que hace indecisos no es el si o el no, sino la búsqueda de un camino más corto, y más adaptado a mis fuerzas, hacia el objetivo que firme y exclusivamente, persigo. La fuerza del amor, no la turban ni el fuego ni la espada, ni peligro alguno. La sabrosa posesión de sus delicias da paz y serenidad». (Guillermo de Saint Thierry, Sobre el Cántico, Cant 1, 4, 60)

«El Amigo halló a un hombre que moría sin amor. Y el Amigo lloró por la ofensa que esta muerte hacía a su Amado. Dijo al moribundo: ¿Por qué mueres sin amor? El hombre respondió: Porque yo jamás he hallado a nadie que me enseñara la doctrina del amor, porque nadie ha nutrido mi espíritu para hacer de mí un enamorado. Y el Amigo dijo suspirando y llorando: ¡Oh devoción! ¿Cuándo será lo bastante amplia para echar fuera el pecado y para dar a mi Amado una legión de fervientes y valientes enamorados para cantar por siempre sus perfecciones?» (Ramon Llull, 209)