7 de junio de 2015

EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet
Ex 24,3-8; Salm 115 12-18; Hebr 9,11-15; Mc 14,12-16.22-26

«Haremos todo lo que dice el Señor… Y Moisés escribió todas las palabras del Señor. Y al amanecer del día siguiente erigió un altar al Señor para ofrecer un sacrificio de comunión… Y el pueblo volvió a afirmar: Haremos todo lo que dice el Señor, le obedeceremos».

Jesucristo es el nuevo Moisés. Él es la misma Palabra del Señor, nuestro Dios. También sus palabras han sido escritas. Las acabamos de oír. Él no solo ha dicho unas palabras sino que como está escrito: «Se ha ofrecido él mismo a Dios para purificarnos de las obras que nos llevan a la muerte y llevarnos a dar un culto agradable a Dios».

Pero su ofrenda, la ofrenda de su propia vida por nosotros, va recomendada por su obra y sus palabras.

¿Y cuáles son estas palabras de vida?

«Yo no he venido a que me sirvan sino a servir y dar la vida». (Mt 20,28)

«Pues si perdonáis sus culpas a los demás también vuestro Padre del cielo os perdonará. Pero si no perdonáis a los demás tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas». (Mt 6,14)

«Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué premio merecéis? Amad incluso a vuestros enemigos… Sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del cielo». (Mt 5,46)

«Tenéis que nacer de nuevo». (Jn 3,6)

«Mis palabras son espíritu y son vida». (Jn 6,63)

«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto». (Jn 12,24)

«Seréis mis amigos si hacéis lo que os mando». (Jn 15,13)

«Que os améis los unos a los otros como yo os he amado, amaos también vosotros, en esto conocerán que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros». (Jn 13,34)

«Jesús tomó el pan dijo la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: Tomadlo: esto es mi cuerpo». Cristo es el pan que él mismo nos da para que tengamos vida. Nos da el pan de su Palabra, e igual que cuando comemos el pan material, nuestro cuerpo lo asimila y se fortalece y recobra fuerzas para pasar el día, así también este pan que comemos en la Eucaristía es el pan que necesitamos asimilar para tener fuerzas, una fuerzas espirituales que nos permitan vivir a lo largo del día, siendo, como afirma san Juan Crisóstomo: «Instrumentos de su amor».

Es este el camino para perfilar en nuestra vida el Cuerpo de Cristo, el camino para dar a luz a Cristo mediante la comunión en el amor. Esta es la fiesta de hoy: Corpus Christi, el Cuerpo de Cristo, que somos nosotros. Verdaderamente lo somos cuando teniendo todos una referencia a nuestra Cabeza que es Cristo, vivimos una verdadera comunión en el amor. Como nos enseña el evangelista san Juan: «Que os améis los unos a los otros como yo os he amado, amaos también vosotros, en esto conocerán que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros». (Jn 13,34)

Pero esto pasa por comer y asimilar su Palabra, guardar su Palabra de fuego en el corazón como se expresa el profeta Jeremías: «tu Palabra la sentía como fuego ardiente encerrado en los huesos; hacía esfuerzos para contenerla pero no podía».

Esto pasa por escuchar y guardar la Palabra como santa María, y ponernos a disposición de lo que Dios quiere de nosotros, como hizo ella: «Que se cumpla en mí tu Palabra».

Escuchar su Palabra, comerla en el Pan de la Eucaristía, vivirla en la vida y en la relación fraterna cada día.

Si no hacemos de modo que esta Palabra nos queme por dentro, otros o nosotros mismos, pasaran frío.

No es inútil que recordemos las palabras del pueblo de Israel a Moisés: «Haremos todo lo que dice el Señor. Obedeceremos».