31 de marzo de 2013

DOMINGO DE PASCUA. LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet

También en esta noche hay un grito: ¡ALELUYA! Es un grito nuevo. Es un grito en la noche. Es una canción. Una canción nueva debe nacer en un corazón nuevo.

A lo largo del tiempo de Cuaresma, hemos buscado, en la escucha y meditación de la Palabra de Dios ese corazón nuevo. Porque solo Dios puede dar lugar en nuestra vida a un corazón nuevo. Solo Dios, que se hace presente en la noche, y cambia la noche en luz, la muerte en vida, la desesperanza en esperanza viva. En la noche se hace presente Dios como luz, pero sobre todo en la vida del creyente cristiano. Hay dos noches especialmente significativas: aquella de Navidad, Noche que no debemos dormir, como dice la canción; y esta Noche de Pascua, Noche que debemos vivir. Es la noche para cantar a la vida.

El grito de esta noche es un grito armónico que quiere traer la armonía y la alegría de Dios a nuestro corazón, abriéndonos a la esperanza de una vida nueva. La esperanza de la resurrección.

La presencia de Dios, la obra del día nuevo, de la nueva vida, empieza por el corazón. Por esto dice un Santo Padre: «si no hay transformación del corazón tampoco habrá transformación del cuerpo». Esta noche amanece con un grito nuevo: ¡ALELUYA! Es el canto que el mismo Dios ha ayudado a preparar a lo largo de la Historia de la Salvación:

Dios nos prepara un escenario delicioso, un jardín, lleno de armonía y vida para vivir amistad con él. Dios y el hombre empiezan a vivir en la historia, una relación de confianza, de fe. El hombre va conociendo como la opción preferente de Dios es siempre el camino de la libertad, la liberación de toda opresión.

Hay momentos en que Dios se esconde a la mirada del hombre, para recobrarlo con un afecto inmenso. Es un juego delicioso de Dios que necesitamos aprender y entrar en él. Y vamos teniendo la experiencia de que Dios está siempre cerca del hombre inmerso en la experiencia de la muerte. Que él es fuente de vida, que su presencia sacia de vida. Que este camino de la vida es siempre un camino de sabiduría y de luz. Y a la vez va despertando y configurando en nosotros la experiencia del corazón nuevo.

Y este corazón nuevo, configurado según el corazón de Dios, manifestado en Jesucristo, ya no muere nunca más; está abierto a la transformación de todo el cuerpo, a la Resurrección.

Pero necesitamos aprender también que el canto nuevo, el ALELUYA de Pascua no es un canto individual, es el canto del Hombre nuevo, de la Humanidad nueva, de la Iglesia. Es un canto de la comunidad creyente.

Y por eso la Solemnidad de Pascua se prolonga durante siete días, y el tiempo Pascual durante cincuenta días más, para ensayar bien nuestro canto nuevo, el ALELUYA PASCUAL, que debe ser un celebrar juntos esta vida nueva, un vivir juntos una experiencia nueva de comunión. No es extraño que las comunidades cristianas, en este tiempo de pascua celebren encuentros en las ermitas, en las celebraciones de bautismos y confirmaciones, matrimonios… todo tiende a procurar que de nuestras gargantas nazca con más armonía este grito de alegría y esperanza: ¡ALELUYA!

Y sobre todo de nuestro corazón.