28 de septiembre de 2012

LECTIO DIVINA


Salmo 28 [29]

1 Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
2 aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

3 La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
4 La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
5 la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
6 Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.

7 La voz del Señor lanza llamas de fuego,
8 la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cades.
9 La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
10 El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
11 El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.

Ideas generales sobre el salmo

Las raíces de este salmo provienen de un antiguo himno cananeo. Un himno de alabanza. Es la descripción poética de una tormenta que atraviesa la tierra de norte a sur. Hay un prólogo, en el cual los ángeles son invitados a magnificar la obra del Todopoderoso. Un epílogo donde Israel es invitado a renovar su confianza en el Señor. De esta forma se pone de relieve la significación religiosa del fenómeno metereológico.
Como los himnos de alabanza hay una introducción, (v. 1-2) un núcleo central (v. 3-9) y una conclusión (v. 10-11).

v. 1-2 Invitación a aclamar (3 veces) al Señor y adorarlo (una vez) a la entrada del templo. Aparece con insistencia el nombre del Señor (4 veces) y el término gloria (2 veces)

v. 3-9 Motivo por el que hay que alabar al Señor. «Voz del Señor», aparece 7 veces. El número 7 indica totalidad. Siete truenos. Sigue el desarrollo de las tempestades en aquella región. Suelen empezar en el mar, para avanzar hacia el continente, de oeste a este. Viene acompañada de rayos, la voz del Señor es esplendorosa, lanza llamas de fuego. Recorre la tierra de norte a sur. Habla de las montañas del Líbano, en el norte y de Cades, en el sur. Aparecen los elementos más poderosos de la naturaleza, como los cedros. Sarión, puede ser otro nombre para designar el Líbano. Pero el centro del salmo estaría en la aclamación del pueblo, como respuesta a la invitación del principio: ¡Gloria! No solo se estremecen los elementos más poderosos de la naturaleza sino que le pueblo mismo se estremece con su grito: ¡Gloria!

v. 10-11 Se presenta al Señor como rey eterno, sentado sobre las aguas. Aparece también repetidamente. Es quien domina el mal y las fuerzas de la naturaleza, bendice a su pueblo con la paz y le da la plenitud de bienes que garantizan la vida.

Lee

Haz tres lecturas, una para parte del salmo, dedicándole a cada una un tiempo de reflexión.

Medita

v. 1-2 Varios imperativos, como existen aquí le dan un tono solemne. Podría compararse con las series de los salmos 148 y 150. En un ambiente litúrgico se invita a todos los seres celestes a la alabanza. «Es el anuncio de la gracia evangélica que será difundida por todas las naciones». (Eusebio) «Tributad al Señor honor y gloria, tributad, tributad al Señor, toda la gloria que podáis a su santo nombre, y vuestra adoración hasta postraros hasta el polvo». (P. Claudel)

v. 3-4 Una voz majestuosa atruena… «Dios atruena con voz majestuosa, y nadie puede sujetar el rayo cuando se oye su trueno. Dios atruena con voz maravillosa y realiza proezas que no comprendemos». (Job 37,4) «Cantad a Dios, tañed para el Señor, que cabalga por el cielo, el cielo antiquísimo, que lanza su voz, su voz poderosa: Reconoced el poder de Dios». (Salmo 68,34)

v. 5-6 Todo es sacudido por la voz de Dios. El salmo 80 habla de cedros altísimos. Cedros con más de 12 metros de perímetro que desafían hombres y siglos. Todo intento de orgullo, de soberbia, de autosuficiencia será abatido por el poder del Señor: «Los ojos de los orgullosos serán humillados, será doblegada la arrogancia humana; sólo el Señor será ensalzado aquel día, contra todo lo orgulloso y engreído, contra todos los cedros del Líbano… será humillada la arrogancia del hombre. Solo el Señor será ensalzado aquel día, y los ídolos pasaran sin remedio…» (Isaías 2,11s) Véase el salmo 114: «En presencia del Señor se estremece la tierra». El salmista ve en una visión poética los grandes montes del Líbano y Sarión, convertidos en animales enloquecidos, que saltan y danzan. El Dios de la tempestad aniquila con su poder todas las falsas divinidades.

v. 7-8 Como una alusión a un dios del fuego o divinidades orientales, que son dominadas por el fuego del Señor. El desierto es tierra del recuerdo. Allí vivió el pueblo durante 40 años, buscando la tierra de la libertad. El Señor también tiene el dominio del desierto. Un dominio absoluto sobre todo. «Temblará y se retorcerá la tierra cuando se cumpla el plan del Señor y deje el territorio como un desierto despoblado…» (Jeremías 51,29)

v. 9 «¡Gloria!» Es la clave del salmo. Alos sonidos cósmicos producidos por Dios responde la voz humana con otro clamor: «¡Gloria!» El salmista se eleva para interpelar a los ángeles. Va por todo el territorio de Palestina para sacudir el espíritu y el corazón de los hombres en su invitación a la adoración, en una atmósfera de misterio que fija el alma en la admiración, en la contemplación. Aparece numerosas veces el nombre de Dios; es una presencia imponente, avasalladora. Es la voz de Dios que hay que escuchar. «Todo el universo no es más que un templo que grita: ¡Gloria a Dios!» (P. Claudel)

v. 10-11 Es la respuesta al invitatorio de la introducción. La paz está sugerida por el sentarse sobre las aguas del océano. El Señor controla todos los elementos porque es rey y señor. Todos los seres: montes, plantas… saltan, se retuercen ante Dios que se manifiesta. El salmista busca hacer del sonido y la visión una vivencia religiosa, lo que él ha experimentado. La epifanía acaba y todo retorna a la calma. Dios aparece dominando. El arco iris de la paz se extiende sobre el mundo. El diluvio se sosiega. Dios queda entronizado. «¡Fuerza del Señor, que da fuerza a su pueblo! fuerza con esta bendición que derrama con la extensión de la paz.» (P. Claudel) El inmenso poder cósmico se convierte en un poder salvífico para el pueblo elegido. El hombre de fe no tiene miedo. Su creador es también su Padre. El huracán desencadenado por la tormenta es un signo natural para hablarnos del huracán de su amor. La fuerza de Dios en la naturaleza vegetal y animal son símbolos del poder de la Palabra de Dios en los corazones de los hombres. «En este mundo moderno tan tecnificado parece que no hay lugar para la experiencia religiosa en la naturaleza. Con todo, la experiencia técnica de dominio y la contemplativa de pasmo y sobrecogimiento pueden y deben coexistir en el hombre bien integrado. En realidad, el estudiante en vacaciones no se chapuza en una fórmula de H2O, sino que goza del agua y de su frescor». (Alonso Schökel)

Ora

«Alaba alma mía al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego.
Alabad al Señor, que la música es buena,
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Alabad al Señor en el cielo,
alabadlo sol y luna,
alabadlo espacios celestes,
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor:
el único nombre sublime
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles».

(Es una oración escrita a partir de versos de diferentes salmos. Puedes hacer tú una semejante.)

Contempla

Contemplando en silencio un caudal de agua, o árboles de la naturaleza, o la altura de los montes, o aprovechando también una tempestad, repasar interiormente palabras del salmo.