9 de septiembre de 2012

LA VOZ DE LOS PADRES


TEXTOS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
Domingo 23º del Tiempo Ordinario (Año B)

De los sermones de san Efrén
Esta fuerza que no podemos tocar ha descendido, se ha cubierto con miembros palpables para que los pobres la toquen, de manera que, palpando su humanidad, perciban su divinidad.

Porque a través de los dedos de la carne, el sordomudo sintió que le tocaban las orejas y le palpaban la lengua. Pero a través de los dedos palpables, cuando la lengua se le desató, cuando se le abrieron los oídos, percibió la divinidad impalpable. Porque el arquitecto y el artista del cuerpo vino a él, y, con una voz dulce, creó sin dolor unas aberturas en las orejas sordas; entonces la boca cerrada, incapaz de hablar hasta entonces, elevo en este mundo la alabanza de quien, con este nacimiento de las palabras, hacía dar fruto a la esterilidad.

La palabra ha sido dada por el Señor a hombres mudos: reconozcamos que es aquel por el cual la palabra fue dada a Adán, el primer padre; aquí también, es por nuestro Señor que la naturaleza defectuosa ha sido completada y acabada. Porque el que es capaz de llenar un vacío de la naturaleza, muestra con ello que la plenitud de la naturaleza puede venir también a través de él. Ahora, no hay defecto más grande para el hombre que nació incapaz de hablar; en efecto, si es por la palabra que nosotros somos más perfectos que todas las criaturas, la falta de palabra es la más grande de todas las privaciones. Y así, todo el mundo sabe que cualquier plenitud existe gracias a aquel que ha llenado totalmente este vacío.

Escupió y tocó las orejas del sordomudo; formó lodo con la saliva y la extendió a los ojos del ciego, para hacernos comprender que, así como había desde el seno materno un defecto en los ojos del ciego, así también había un defecto en las orejas del mudo. De esta manera un defecto de nuestra condición humana fue suprimido gracias a la levadura tomado de su Cuerpo perfecto. No convenía, por otra parte, que nuestro Señor amputara un miembro de su Cuerpo para eliminar los defectos de los demás cuerpos; llenó los huecos de los defectuosos por medio de algo que podía sacar de él mismo, así como los mortales lo asumen a través de algo que puede ser comida. Es así que hizo desaparecer el defecto y resucitó de entre los muertos, para que nos fuera posible reconocer que gracias al Cuerpo en el que habitaba la plenitud era llenado el vacío de los defectuosos, y que de este mismo Cuerpo en el que habitaba la vida venía la vida de los mortales.