29 de enero de 2012

LA CARTA DEL ABAD

Querido Cristian:

Gracias por tu carta. Muy interesante. Pone de relieve una vida, la tuya, que se va orientando, desde tus 30 años, a un servicio generoso hacia los demás, sobre todo hacia los jóvenes, que necesitan hoy día tener referencias claras y exigentes que les ayuden a ser ellos mismos en una maduración humana y religiosa de su persona. Me dices: «Donde más veo el reflejo de su brisa (del amor del que me siento lleno) es en la labor que hago con los jóvenes: Desde hace años, me encuentro con jóvenes que se acercan a mí para preguntarme cuestiones sobre Dios. Para mí no son muchos, y nunca son suficientes, pero la verdad, sin querer pecar de soberbia, muchos, escuchándome, emprenden el camino de Dios, el camino de la oración, el camino de la Iglesia, el camino de la fe, y, a día de hoy, donde vuelco mi mayor pasión a Dios es en la ayuda a que el joven se encuentre con El, que comprenda que Dios le ama, que María nos coge de la mano y que juntos nos llevan al Padre. Que ese camino es seguro y fiable y que la felicidad en este mundo ciertamente no se la garantizo, pero sí en el otro».

Cristian, esa brisa del amor de la que te sientes lleno es lo que te da una fuerza en tu vida de servicio a otros. Yo diría también: lo que da autoridad. Y la autoridad es una palabra que tiene una relación íntima con la capacidad de engendrar, de dar nueva vida.

Es lo que hace Jesucristo en su enseñanza. «Por esto los judíos quedaban asombrados de su autoridad. Su enseñar con autoridad era nuevo». Jesucristo transmitía palabras de vida y de verdad. Porque Él estaba siempre movido por al amor del Padre. Y el amor siempre lleva el sello del servicio. A través del servicio de amor somos capaces de engendrar vida nueva, y nuevas esperanzas.

Y la vida cristiana es abrirnos y dejar que la enseñanza de este Jesucristo nos ilumine, que sus palabras llenen nuestro corazón. Y desde aquí dejar que se derrame desde el corazón el agua viva de una vida nueva, de una fe que puede saciar la sed de otros, como pones de relieve en tu carta.

Cristian ama y cuida ese servicio a los jóvenes. Sé generoso siempre en ese servicio amoroso. Desde un corazón en plenitud. Y llegará el momento en que te sentirás centrado por completo en el Dios que buscas, y que hoy te está ya bendiciendo.

No dejes de contemplar el silencio de Santa María. Ella siempre tiene en su regazo al Hijo. Y desde ella nuestra mirada resbala siempre hacia el Hijo.

Que en el silencio de Santa María escuches siempre la Palabra de su Hijo. Un abrazo,

+ P. Abad