22 de noviembre de 2010

LA VOZ DE LOS PADRES

Textos para el Adviento

San Pascasio Radberto, abad (s. IX)

«Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora. Nos lo dice a todos, aunque parezca que solamente lo decía para los hombres de aquel tiempo, como sucede en otros pasajes de la Escritura. Son palabra para nosotros, para todos, ya que a la hora de la muerte todos nos vamos a encontrar en el último día que, de hecho, será para cada uno de nosotros el fin del mundo.

»Es inevitable que cada uno salga de este mundo según como haya sido juzgado en esa hora última. Por esto el hombre debe estar atento y no desfallecer en su vigilancia, para que el día de la venida del Señor no le coja desprevenido. Pues aquel a quien le coja de improviso es que no estaba preparado.

»Pienso que los apóstoles sabían que el Señor no vendría para el juicio final durante los días de su vida en la tierra; sin embargo, no hay que dudarlo, procuraban no engañarse a sí mismos, vigilaban y ponían en práctica lo que el Señor nos manda, de manera que nos encuentre preparados.

»Hemos de pensar siempre en la doble venida de Cristo: aquella en que se manifestará para que le demos cuenta de todas nuestras acciones; y aquella otra venida de cada día mediante la cual visita nuestra conciencia, se nos hace presentes para ayudarnos a estar preparados».

San León Magno (s. V), Homilía 1

«Por la oración se busca la propiciación de Dios, por el ayuno apaga la concupiscencia de la carne, por las limosnas se perdonan los pecados (Dan 4, 24) Al mismo tiempo por todas estas cosas se restaura en nosotros la imagen de Dios y siempre estamos preparados para la alabanza divina, si somos solícitos para nuestra purificación y para la sustentación del prójimo.

»Esta triple observancia nos atrae los afectos de todas las virtudes, nos hace llegar a la imagen y semejanza de Dios, nos hace inseparables del Espíritu Santo. Pues en las oraciones permanece la fe recta; en los ayunos, la vida inocente, y en las limosnas la benignidad».