2 de octubre de 2011

LA VOZ DE LOS PADRES

TEXTOS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
Domingo 27º del Tiempo Ordinario

Del libro contra las herejías de san Ireneo de Lyon, obispo (IV 36,2-3)
Dios plantó la viña del género humano al momento de modelar Adán y en la elección de los patriarcas. Una vez plantada, la vid fue confiada a unos viñadores por el don de la ley mosaica. La cercó de una valla, es decir, circunscribió la tierra que debían cultivar los viñadores. Construyó una torre, es decir, escogió Jerusalén. Les envió profetas antes del exilio de Babilonia y envió aún más después del exilio, más que antes, para reclamar los frutos y decirles: «He aquí la palabra del Señor: Enderezad vuestros caminos y vuestra manera de vivir», «juzgad con justicia, practicad la piedad y la misericordia hacia el hermano, no oprimid la viuda y el huérfano, el extranjero y el pobre, y que nadie de vosotros conserve en su corazón el recuerdo de la maldad de su hermano».

Con estas palabras los profetas reclamaban el fruto de la justicia. Pero como los labradores estaban incrédulos, les envió finalmente a su propio Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que los malos viñadores mataron y echaron fuera de la viña. Por eso Dios ha confiado la viña -que ya no se encuentra dentro de la valla, sino que está extendida de un extremo a otro del mundo- a otros viñadores, que le den los frutos a su tiempo. La torre de la elección se levanta llena de esplendor, ya resplandece la Iglesia por todo el mundo.

Ya que los labradores rechazaron el Hijo de Dios y, una vez muerto, lo empujaron fuera de la viña, Dios los ha reprobado y ha confiado la viña, para que la hagan fructificar, a otros viñadores, los paganos que se encontraban fuera de la viña. Esto es lo que dice el profeta Jeremías: «El Señor ha reprobado y rechazado la nación que ha hecho esto: ya que los hijos de Israel han hecho el mal delante de mí, oráculo del Señor».

Es pues, un solo y mismo Dios, el Padre, que ha plantado la viña, que ha sacado el pueblo, que ha enviado a los profetas, que ha enviado a su propio Hijo y que ha confiado la viña a otros viñadores que le den los frutos cuando sea el tiempo. Es por eso que el Señor decía a sus discípulos: «Velad sobre vosotros mismos, velad y orad. Tened el cuerpo ceñido y las luces encendidas, y sed como los que esperan a su amo».

Del comentario de San Juan Crisóstomo, obisbo, a la carta a los Filipenses (4,7)
La paz de Dios, la que hizo con los hombres supera todo entendimiento. ¿Pues quién tuvo esperanza, quién esperó tantos bienes como iban a venir? Exceden todo pensamiento humano, no solo la palabra; no rehusó entregar al Hijo Unigénito por los enemigos, por los que le odiaban, por los que le eran contrarios, de forma que hiciera la paz con nosotros. O también esto significa que era la paz que Cristo anunció: «la paz os dejo, mi paz os doy». Ciertamente la paz supera toda mente humana. Y si te preguntas ¿cómo? Escucha: cuando habla de perdonar a los enemigos, a los que nos injurian, a los que nos hacen la guerra y a los que nos tienen odio, ¿cómo no es algo que supera el razonamiento humano?

¿Qué significa: «cuanto hay de amable»? Lo que hay de amable en los fieles, lo que hay de amable en Dios. «Cuánto hay de verdadero». Es cosa verdadera la virtud; mas el vicio es cosa falsa, y el placer que de él proviene es falso, y la falsa gloria, y todas las cosas del mundo son falsas. «Cuanto hay de puro» se opone a «quienes gustan de las cosas terrenas». «Cuanto hay de santo se opone a “los que hacen de su vientre un dios”».