25 de diciembre de 2008

NATIVIDAD DEL SEÑOR

Misa de Medianoche
Homilía predicada por el P. José Alegre, abad de Poblet
Is 9, 2-7; Sl 95, 1-3. 11-13; Tit 2, 11-14; Lc 2, 1-14

¡Que me bese con un beso de su boca!, este grito del profeta, expresión de un vivo y profundo deseo se ha cumplido, ha tenido respuesta por parte del Señor.

Y se cumplen las palabras del profeta Isaías: el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una luz grande; ha acrecido la alegría y aumentado el gozo. Se cumplen las palabras de san Pablo: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres.

El ángel del Señor vuelve a decirnos aquellas palabras que llenaron de luz la noche de Belén: No temáis, os traigo una buena noticia, alegría para todo el pueblo: os ha nacido un Salvador, lo encontraréis en un pesebre.

¡Que me bese con un beso de su boca! Yo he visto resplandecer sobre mí su rostro; yo he percibido su alegría; yo he tenido la experiencia de cómo sus labios destilaban la gracia.

¿Has tenido esta experiencia? ¿Sí? Canta al Señor, bendice su nombre. Cuenta su gloria, sus maravillas… ¿No has tenido esta experiencia? Desea el beso de su boca.

«El beso es una unión de los cuerpos, externa, afectuosa, signo y estímulo de una unión interior. El beso se sirve de la boca y busca, mediante un intercambio mutuo a la íntima unión, no sólo de los cuerpos sino de las almas. Hoy en la celebración de este misterio de Navidad, el Cristo-Esposo ofrece a la Iglesia, su esposa, a la humanidad, un beso del cielo, cuando, el Verbo encarnado, la atrae a Él, en una unión tan íntima que se hace uno con ella, Dios hecho hombre, hombre hecho Dios, o Dios humanizado, hombre divinizado. Es el beso que ofrece al alma fiel, su esposa, a la humanidad, y le deja una alegría personal inundándola de la gracia de su amor. Atrae hacia Él su espíritu, y le infunde el suyo, para no ser sino un solo espíritu» (Guillermo de Saint Thierry, Comentario al Cantar de los cantares, SC 82, Paris 82, p. 113).

Tienes esta experiencia? Pues canta al Señor, bendice su nombre. Cuenta su gloria, sus maravillas. ¿No la tienes? Desea el beso de su boca. Desea el abrazo, el beso de Dios. Dice una canción: Dios espera que el hombre vuelva a ser niño, para recibirlo en su seno. Pero el hombre pierde el camino por querer volar. Abajo está la verdad. Esto es algo que los hombres no aprenden jamás. Vuele bajo porque abajo está la verdad… (F.Cabral).

Pero los hombres no aprenden jamás, y quieren volar alto, el vuelo que da el poder, el vuelo que da el dinero, o el vuelo que da el querer ser más que el otro. Y así nos ubicamos todos en el ámbito de dos palabras: opresores u oprimidos.

Un hijo se nos ha dado. Su nombre es Padre perpetuo, Príncipe de la paz. Vuele bajo, porque abajo está la verdad.

Necesitamos despertar la capacidad contemplativa que llevamos dentro. Solamente la contemplación nos permitirá salir del círculo de esas dos palabras. No a la vara del opresor, al yugo de su carga, a la bota que aplasta… No a renunciar a la dignidad y grandeza de nuestra naturaleza humana.

Dios se ha hecho hombre. Dios se ha revestido de naturaleza humana. Lo más hermoso, lo más grande en este mundo es la naturaleza. Es el hombre. Lo más sagrado es la persona. ¿Qué es el hombre, Señor para que te acuerdes de él?... Esto es algo grande, algo que desborda la imaginación humana.

Necesitamos despertar la capacidad contemplativa. Detenernos y contemplar el Misterio. Este Misterio que se despliega en el cuadro evangélico de Lucas que acabamos de escuchar: Salió un decreto…todos iban a inscribirse, María que estaba en cinta dio a luz, y depositó la Luz en un pesebre, la luz brilló en la noche, y se confundió la gloria de cielo y la paz de la tierra

Contemplar el beso dado, animado del más profundo amor, a la humanidad. No se aferró a su condición divina y toma la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos…

El hombre pierde el camino por querer volar. Abajo está la verdad. Vuele bajo, porque abajo está la verdad. Es algo que los hombres no aprenden jamás…

San Pablo nos ofrece también su enseñanza, para ponernos en el camino de la verdad: Ha aparecido la gracia de Dios, enseñándonos a renunciar a la vida sin religión, a los deseos mundanos, a llevar una vida sobria, honrada y religiosa… mientras esperamos.

¡Que me bese con un beso de su boca!…

Pasaran noches infinitas de solemnes liturgias y ritual
Antes de nacer un Dios en nosotros
Después, en la ruta oscura y silenciosa
Respira…respira el amor, la vida, la ternura, el dolor
En Él, en el otro, en ti, en mí…

Pero tú, cada día, en toda ocasión, siempre… aviva el deseo:

¡Que me bese con un beso de su boca!